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"He loved gun and roses..."
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       —Relajante anal.

Me habría exaltado y sonrojado de la vergüenza al oír a Troy expresarse fuera del filtro en su mente. Lo ha articulado sin pena alguna, algo cotidiano en ella conversar sobre relajantes anales.

Me habría escondido en el pasillo siguiente, de no ser porque ese, está lleno de implementos que al leerlos, suena como el equipo que un secuestrador usaría en su víctima, y no una pareja en una noche de desinhibido desenfreno sexual.

Después de pasar dos días padeciendo la más intensa frustración en mucho tiempo, recordando el trozo de papel con la firma de Eros, ahora parte del basurero comunal, y su maldita sonrisa de ganador, una idea iluminó mi cabeza como fuegos artificiales en año nuevo.

Cedí muy rápido, caí en mi propia trampa y confié, de nuevo, en el equivocado.

Esto se está convirtiendo en una guerra de poderes, en un debate por saber quién puede contra quién, más una batalla de egos que una verdadera contienda legal. Me fastidia en la misma cantidad que emociona, lo percibo como un reto, y no hay nada en este mundo que me apasione más que demostrar, que yo siempre puedo ganar.

Solo necesitaba un plan perfectamente estructurado y... un relajante anal.

—¿Eso existe?—me atrevo a cuestionarle.

Ella revira los ojos, levantando el envase como un trofeo.

—Cariño, hueles a virgen—reprocha—. Claro que existen, y este en especial, es el mejor amigo de tu tesoro prohibido, ¿sabes por qué?

Guardo silencio, pero ella pretende que yo le dé una respuesta.

—¿No?

Creí que me pegaría en la cabeza con eso.

—Esta joya no es pegajosa, se mantiene resbaladizo por muuucho rato y no quita sensibilidad—voltea el empaque, señalando los ingredientes con la uña—. Contiene aceite relajante de amyris, hidratante de jojoba y adivina que más.

—¿Oro fundido?

—Cáñamo—proclama, abriendo la mirada con exageración.

—¿Y eso es...?

Su mirada me susurra que ya no me tiene esperanza.

—Una planta, pero importa uno de sus componentes, el CBD, uno de los cientos de cannabinoides dentro del, bueno, cannabis, duh—explica con tanto entusiasmo que tiene que tomar aire para continuar hablando—, con esto te vas a drogar el culo.

No me molesto en pedirle que baje la voz, la pareja a un costado de nosotras ha escuchado toda la explicación, han decidido que es lo que buscaban también, y han tomado el producto del estante.

No sé qué demonios es lo que tengo en la cabeza, pero no pude sacarme el recuerdo de Eros tocándome allí, como la exaltante emoción que transmitió. Puedo y lo usaré a mi favor, retrocedí en el tiempo y esculque en la zona oscura de la web por las mismas páginas de consejos y experiencias sexuales, recopilé datos, incluso la investigación me originó un extraña curiosidad por probarlo.

No es miedo lo que me altera la respiración y atrae un cosquilleo a mis brazos siempre que pienso en ello, es saber que experimentaré con lo desconocido.

—Ciertamente lo que busco, gracias por tu recomendación—respondo, metiendo el gel a la cesta con el resto de condones y aceites—. ¿Aquí dónde consigo... esposas?

The Right Way #2 Where stories live. Discover now