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"So, what am I gonna be doin' for a while?
Said, I'm gonna play with myself
Show them how we come off
The shelf"
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           No sabría colocar en una oración lo que se ha percibido en esta casa la última hora, porque no puedo darle sentido lógico.

Visto desde una perspectiva ajena, debemos parecer una manada de dementes que incapaces de completar un desayuno, porque se entromete un tiroteo.

Jamie se fue, según las escasas tres líneas que pudo barbotearme Eros antes de bajar a internarse en esa oficina con sus papás y la gente de seguridad, huyó despavorido de la escena al oír la primera detonación, pero se llevó un lindo recuerdo en el brazo, un suvenir. Del temor crispante queda un indicio, pero la satisfacción de saber que le marcara la piel, como la mía, como la de Eros, lo mitiga considerablemente.

Estamos jodidos, tan hundidos con el fango hasta la barbilla, que nos aferramos a cualquier hecho que pueda brindarnos un momento de dicha, aún teniendo en cuenta que eso, agravaría la situación.

Hera entró a la habitación convertida en un saco de nervios y temblores, horrorizada, tan blanca y helada como un copo de nieve.

No dijo nada, siguió de largo y se encerró en el vestier, eso fue hace más de una hora, no ha salido de ahí ni a tomar un respiro. Hunter, quién hace minutos llegó a pedido desesperado de Lulú, no ha tumbado la puerta porque la escuchamos hurgar entre la ropa y gavetas como un ratón alterado, como si aquello le calmase.

Nosotros nos vemos las caras, yo sentada en la cama junto a Lulú, ambas enfrentando a Hunter, que ha hecho de la silla del vanity de Hera su trono.

Nos mantenemos en silencio, abstraídos en nuestra mente, sin necesidad de rellenar el silencio con preguntas que más de no tenerles respuesta, nos pondría de peor ánimo.

—Están todos en el estudio del señor Ulrich—murmura Lulú—. Puedo escuchar sus pasos, Agnes está alterada.

Lulú debe tener oído biónico, yo no oigo más que Hera moviendo cosas; pero lo creo, la pobre mujer no sabía si dispararle a Jamie también, o dispararle a Ulrich, por dispararle a Jamie.

—Yo estoy gritando por dentro, ¿no se nota?

Hunter no terminó de hablar, la puerta del vestier le interrumpe, sacándonos un brinco de susto.

El cabello de Hera apunta a cualquier dirección, sus ojeras y mirada desolada le hacen parecer que lleva cientos de noches sin dormir, mi corazón se arruga al pensar que es posible que sea así.

—Si escucho ese nombre una vez más, me daré la vuelta y huiré con mi bebé a una isla privada—espeta, limpiándose las manos en el vestido—. A solas

Hunter, Lulú y yo compartimos una rápida mirada, mi vista rebota de ojos verdes a los ámbares y por último a los azules.

Todos sabemos que tratar de exprimirle información a Hera, es ganarse su indiferencia. Habituada a ser objetivo de interés como fuente de información de su hermano, ha forjado una barrera impenetrable de preservación. Siempre ha sido así, no por nada tardé dos años de tratar diariamente con ella, para conocer a su hermano.

Eso es Hera, una vida con candado del que solo ella tiene llave.

—¿Te sientes bien?—Hunter se pone de pie, va hasta a ella con precaución—. ¿Nada quiere salir? ¿Quieres agua, jugo de manzana, un abrazo...?

The Right Way #2 Where stories live. Discover now