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"Me and my sister just playing it cool
Under the chemtrails over the country club"

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           —¡Cumpleaños feliz, te deseamos a ti...

Obligarme a esbozar una sonrisa medianamente decente rodeada de personas cantando con los ojos clavados en mí, mientras tengo la cara acalorada y las paredes de la vagina vibrando, debe ser una nueva habilidad, una verdadera lástima no poder incluirla en la hoja de vida.

¿O sí?

Podría añadir una descripción que rece: gran destreza y desempeño en momentos de alta tensión.

—...Cumpleaños querida Sol, cumpleaños feliz!

Un río de aplausos y vítores retumban en la sala, aclaman que pida un deseo y sople las veinte velas desperdigadas en el centro de la torta. Me inclino adelante y un par de manos no tardan en recoger mi cabello, evitando una tragedia con el fuego.

No tengo cabeza para pensar en deseos, finjo que sopeso y escojo uno y sigo a soplar las pequeñas llamas, contrayendo el vientre al expulsar el aire.

Recién descubrí que cualquier presión intensifica el suave, casi imperceptible temblor. Sentarme y pujar leve como si quisiera hacer pis y soltar la tensión, presionar los muslos o el ademán de apretar el dispositivo como si las paredes de la vagina fuesen un gancho. No he podido detenerme, rápido se convirtió en una adicción.

Las risas desafinadas por el alcohol de mis amigos y una manada de desconocidos, sus abrazos efusivos y buenos deseos me atraviesan como una neblina, los veo venir pero no llegar, voy tan concentrada en lo que guardo dentro que me pierdo del presente.

—¡Quien quiera pastel feliz agarre un plato verde, quien no lárguese de la fiesta!—el grito de gallo amanecido de Christine me aguijona el oído.

—¿Pastel feliz?—Lulú pregunta.

La de cabello rubio ceniza le mira con una interrogante saltándole en los ojos. Luce como una caricatura.

—Pastel con marihuana, linda.

La cara de Lulú decae.

—Ah—retuerce los labios, negando—. No, yo no quiero.

Casi, casi espero que Christine la eche de la celebración a gritos, en su lugar le toca el brazo con afecto y consideración. Me deja pasmada, pareciera un acto de condolencia.

—Tú te quedas porque me caes bien.

La música country regresa, la tenue iluminación también.

La decoración del local es típica de una película del lejano oeste, con posters de Se Busca, mujeres falta de ropa,  fotos de animales de granja y paredes y techo emulando madera que desprende un aroma a licor. Pero el centro de atención no es el toro mecánico, tampoco los asientos de heno cubiertos por una gruesa manta para no pincharte el culo, es la escultura de una vaca llamada Dolly custodiando el bar.

Tan realista que pensé que era una real vaca en taxidermia, el dueño nos explicó que la piel es falsa, aunque tengo mis dudas tan frescas como la cerveza de barril que bebe Paula.

Un beso cálido cae sobre mi hombro, el perfume de Eros me nubla el olfato un instante.

—Christine monopoliza esta fiesta como si fuese ella la festejada—rechista Paula, desaire que le arranca un gesto de estupefacción e insulto a Christine.

The Right Way #2 Where stories live. Discover now