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"I don't wanna live,
I don't wanna give you nothing
'Cause you never give me nothing back"
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EROS



    La angustia de Sol ensombrece el día tanto como la esporádica llovizna.

No se escucha ningún sonido además de las gotas colisionando en el techo del vehículo y el constante tamborileo de su pie rebotando sobre la alfombra del vehículo. Se escapa de mi entendimiento como no se le ha entumecido la pierna, practica el mismo gesto ansioso desde que se levantó de la cama atolondrada por el sueño denso que la ingesta de medicamentos le genera.

Arruga y estira el borde del blazer amarillo que viste, salteando la mirada nerviosa de una ventana a la otra. Antes de arrancar en el próximo cambio de luz del semáforo, contemplo un mísero lapso la discordia entre el agobio de su mirada y la imperturbabilidad de piedra de su semblante.

¿En qué fallé, para que dude de su salida de esta ciudad sin la firma que necesita? Debería saber que si lo pide, demanda o exige, yo se lo daré.

Descruza las piernas, se araña con aprensión y hastío el cuero cabelludo, procede a torturarse el labio perfectamente maquillado en tonos que pasan desapercibidos a quien no le conozca sin una gota de tintura y vuelve a subir un grado a la calefacción.

Uno más y acabaremos cocinados por dentro, ella luce en su hábitat natural.

—Para de morderte el labio, lo vas a desgarrar.
Hundo el pie en el acelerador en el momento que ladea el rostro, enfocando su mirada en mi perfil.

—¿Sabes qué? Regresa al hotel, ya no quiero nada—exige, sacudiendo las manos, desdeñosa y malhumorada—. Que se joda el club, que se joda Kamal, que se joda Troy, no tengo porque estresarme para darle el gusto a nadie.

Cada hora decide lo mismo, cuando las manecillas del reloj señalan un número distinto, regresa a la postura anterior.

Inspiro su perfume y me recargo paciencia, la que advierte con desbordarse en cualquier momento. Sin embargo, de una forma u otra, consigo mantenerlo a raya al notar la crispante preocupación ocuparle el rostro.

—Este gusto no es por ellos, es por ti—declaro, absorto en el camino, pero con la mente alineada a la de ella—. Kamal se irá, Troya hace días salió de tu vida, no tiene porque importarte lo que piensen. Esto es por engrosar tu currículo, por forjar un legado que resalte tu nombre. Es por ti, por nadie más y necesito que te des cuenta de eso, no por mí, no por Langner, por ti. Este viaje no tiene caso si no estás segura de lo que quieres.

Aspiro a todo pulmón, apaciguando la molestia de dirigirme a ella sonando hosco, zumbando en mis oídos.

Puede que haya rebasado el límite, el corazón me tiembla expectante a su posible respuesta esculpida en una hilera de groserías y blasfemias que soy incapaz de comprender; por el contrario, es el sonido sedoso y efímero de su risa lo que acaricia mis oídos.

—Si lo dices así, suena a que esto es alimento a mi ego—chasquea la lengua, provocando un ruido en seco al dejarse caer con demasiado fuerza contra el respaldo del asiento—. Es genial, ahora mis expectativas tocan las nubes. La caída no será dolorosa, será letal.

Resoplo una risa. Extiendo el brazo y afinco con seguridad los dedos en su muslo grueso, cumpliendo la urgencia de contacto.
Tomo un vistazo veloz del batido aún rebosante. Eso explica el humor ácido, el endulzamiento no ha surtido efecto.

Tanteo con paciencia la extensión de su muslo, imprimiendo la mínima presión y recato. Comprendo el origen de su dubitación, por supuesto, irá a enfrentarse a un completo desconocido a pedirle un favor sin nada más que buenas intenciones de su parte, no mía. Lo reconozco, pero carajo, no disminuye el sinsabor que su desconfianza me deja, me quiebra la cabeza verla perderse en los nervios y comerse las uñas en cada decisión.

The Right Way #2 Where stories live. Discover now