Capítulo 13

2.7K 131 15
                                    

El dominante se lo había dejado muy claro al decirle que no habían terminado por esa noche, sin embargo, se contradijo cuando le mandó vestirse y volver al trabajo. ¿Qué tenía en mente ese demonio?

Cuando llevó sus bebidas hasta su mesa compartió una mirada con él, quien sonreía de esa forma tan mojabragas cómo solía hacer siempre.

—Espera un momento, Cyara — mandó Christopher clavando su mirada en ella—. La diversión para ti todavía no ha terminado esta noche así que deja la bandeja en la barra y vuelve aquí.

—Si, señor —murmuró en su dirección. La idea de tener que quedarse no le agradaba, pero sabía que valdría la pena... A menos que fueran a castigarla, claramente.

—Dime que no rompiste alguna regla nuevamente —dice Fiammenta al verla llegar.

—Creo que no hice nada...

—Mejor no los hagas esperar o entonces si que tendrás castigo —dijo en voz baja—. Ya sabes que no son muy pacientes.

Eso Cyara lo sabía mejor que nadie, había veces que no lograba entender la actitud de esos cinco chicos. Luego se dio cuenta de que no tenía que entender, simplemente dedicarse a hacer lo que ellos le ordenaba y así la cosas fluirían bien.

—Desnúdate —ordenó la voz de Christopher, ella lo miró totalmente anonadada, nunca antes le había ordenado sacarse la ropa frente a todos sus compañeros ni mucho menos hacerlo frente a todo el club—. Ahora.

Tragó saliva con dificultad y se deshizo del vestido que cubría su cuerpo, dejándolo caer al suelo y mostrándose desnuda a todos los allí presentes. No llevaba ropa interior porque el dominante no le permitía tal cosa.

—Chúpamela —murmuró bajando su cremallera y sacando su polla al exterior. Ella se arrodilló frente a él y acercó sus labios a la cálida piel de su polla, pasó su lengua por la punta para probar su líquido preseminal y seguido la adentró en su boca—. Separa las piernas.

Dejó a un lado toda la vergüenza que estaba pasando y abrió sus piernas, sabía que los cuatro restantes maestros tenían una perfecta visión de su trasero y si se inclinaba un poco hacia delante tendrían también la perfecta visión de su mojada vulva.

Sintió como uno de ellos se acercaba y se situaba a su lado, sus grandes manos acunaron sus senos y juguetearon con sus pezones, sabía que era Zabdiel porque lo vio de reojo además de que sus manos eran inconfundibles.

Jadeó al sentir caricias en sus nalgas, no podía distinguir quien era el que la estaba tocando. Sus dedos hicieron un recorrido hasta llegar a su ano e introducirse en este.

—Shh, con calma —siseó Christopher retirando su polla de la boca de la muchacha—. Ponte en cuatro.

Y lo hizo, remojando sus labios y dándole una mirada hambrienta de deseo al hombre que tenía frente a ella.

—Joel, penétrala —le dijo, entonces los dedos fueron retirados de su interior para dar lugar a algo mucho mejor. La polla de Joel se adentró en su estrechez con mucho cuidado, arrancándole gemidos.

Richard fue rápido en sacar su cinturón y golpear este en las nalgas de Cyara.

—No te centres en el dolor, disfruta—le aconsejó Erick antes de hundir sus dedos en ella, estaba totalmente empapada, fue fácil de penetrarla con sus dedos índice y corazón, y estimular su clítoris con su pulgar.

—¿Cómo se siente, Cyara? —cuestionó Zabdiel, sus dedos atraparon uno de sus pezones y lo pellizcó, dejándola adolorida y a la vez con ganas de más—. ¿Te gusta esto?

—Si, señor...—dijo con la voz ahogada, era un mar de sensaciones inexplicables.

—Richard, fóllatela —ordenaron, él fue rápido en bajar su pantalón y ordenarle a la muchacha una posición más cómoda para que ambos pudieran penetrarla. Una vez lista se adentró en ella en una estocada, su polla golpeó su punto dulce una y otra vez. El hecho de tener a Joel también penetrándola hacía que viera las estrellas. Cuando Richard entran Joel salía y viceversa, llevando un ritmo continuo y muy estable.

—Estás exquisita, bebé —dijo Erick chupando sus dedos, los cuales minutos antes habían estado en su interior. Aprovechó que estaban húmedos para seguir estimulando su clítoris.

Los labios de Zabdiel hicieron contacto en la sensible piel de su cuello, lamió en línea recta hasta llegar al lóbulo de su oído en donde succionó y le dijo palabras sucias, excitándola más si eso era posible.

Christopher no había despegado su mano de su polla desde que Cyara sacó su boca de ella, la sentía palpitante bajo su mano, sabiendo que no tardaría mucho en correrse si seguía viendo a sus compañeros follársela.

Ella extendió su mano en su dirección dándole a entender que ella quería terminar lo que había empezado, sustituyó la mano del Dominante por la suya y lo masturbó con sus finos y cálidos dedos. Los movimientos se volvían torpes de a poco, ella también estallaría pronto y no era algo que pudiera evitar.

—Abre la boca —le ordenó, ella fue rápida en obedecer, él tomó nuevamente el control de su mano y se masturbó, cuando se corrió dejó que su semen cayera en la boca de la joven—. Traga.

Lo hizo y en ese momento alcanzó su más intenso orgasmo, Zabdiel la besó para callar sus gritos de placer. Gimieron contra los labios del contrario por los segundos que duró el beso.

Richard se había corrido dentro de ella, mezclando sus fluidos que ahora escurrían por piernas y se mezclaban allí con el semen de Joel.

Erick la cargó en brazos y caminó con ella hasta una de las habitaciones, la dejó con cuidado en la cama y aprovechó a darle un dulce beso en los labios.

—Una ducha no te vendría mal, mi vida —dijo, acariciando su cabello.

—¿Necesitas ayuda en la ducha? Estoy seguro de que ninguno de nosotros tiene problema en ayudarte —murmuró Zabdiel entrando a la habitación.

—No, gracias...

—Richard te traerá ropa limpia en unos minutos, así que tranquila.

—Joder, me siento tan... —frunció su ceño al no saber qué palabra usar para expresar su estado.

—No parecías sentirte así hace poco — comenta Erick con diversión.

—Cyara, tienes que vivir tu sexualidad libremente, sin moral —dijo Christopher, tomando asiento en el borde de la cama—. Que no te importe lo que los demás vayan a pensar.

—Estoy casi seguro de que todos en el club lo disfrutaron —dijo Joel con una sonrisa maliciosa en el rostro —. No te sientas mal por esto, bebé.

En ese instante entra Richard con una tanda de ropa limpia en sus manos, la deja encima de la cama y le sonríe.

—Deberíamos de darle un poquito de privacidad ahora —sugiere mirando a sus compañeros.

—Concuerdo.

Se habían puesto de acuerdo para subirle el ánimo y durante un tiempo lo habían conseguido.

Los cinco hombres desaparecieron por la puerta, dejando a Cyara sola en la habitación y con la mente a mil por hora. Sin saber cómo sentirse al respecto con la situación que acababa de pasar.

Oscura tentación Where stories live. Discover now