Capítulo 34

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¿Dejarse llevar?

¿Qué era eso para alguien como Christopher?

Un verdadero límite infranqueable pero por Cyara se veía capaz de hacerlo. Pudo conseguir darle vainilla una vez, ¿no? O al menos intentarlo la mayor parte del tiempo. Además, no era la primera vez que ella lo montaba, aunque fuera él quien guiara los movimientos de sus caderas.

—¿Quieres que te folle ahora mismo frente a todos? —preguntó él mirándola directamente a los ojos, esos que denotan varias tonalidad haciéndole saber que la lujuria ya era parte de su cuerpo en esos momentos.

—Oh, joder... Si, eso quiero...

—¿Si, qué?

—Si, señor.

Una sonrisa maliciosa apareció en los labios de Christopher, no era la primera vez que mantenían relaciones sexuales en uno de los sofás del club... Pero si era la primera vez que todas las personas allí presentes tenían su atención puesta únicamente en ellos.

—Bien, Cyara... Vas a mover ese culo como lo hacías minutos atrás, la única diferencia es que tendrás mi polla dentro de ti para complacerte.

Deja un beso en sus labios a la vez que baja la cremallera de su pantalón y libera su erecta polla. Cyara se friega contra ella, haciendo que la humedad en su entrepierna traspase la tela de sus bragas y que la fricción se siente jodidamente caliente.

—No quiero que me toques mientras tanto, yo voy a mandar por una vez...

—La primera y también la última —advierte antes de dar un leve asentimiento de cabeza, ella aparta la tela de sus bragas y guía la erección del dominante a su entrada. Esta se hunde en ella con verdadera facilidad, se encontraba lo suficientemente lubricada y muy preparada para él.

De sus labios se escapa un gemido al sentirse tan llena y tan completa gracias al hombre que tenía bajo su cuerpo.

Su mirada se alzó por breves segundos y quedó totalmente sorprendida al ver que todo a su alrededor se había paralizado con el fin de prestarles atención.

—Que no te importen —dice la voz ronca de Christopher—. Limítate a nosotros, ángel.

Y así lo hizo, tomó las muñecas del dominante y las dejó tras su cabeza, gesto que había aprendido de él. Sus labios la recibieron de forma gustosa, sonriendo ante su acción y soltando una pequeña risa.

Nunca se había dejado dominar, era ridículo ya que el dominante era él... Y sin embargo, allí estaba dando un completo espectáculo donde esa mujer tomaba riendas de su buen sexo.

Sus caderas se balanceaban a un buen ritmo, chocando piel con piel, sintiéndose y gozándose el uno al otro.

Los ojos del dominante no pudieron apartarse de la jovencita en ningún momento, lo enloquecía a niveles extremos y a pesar de que sabía que eso no era bueno, él se limitaba a disfrutarlo.

—Cyara... —dejó escapar un gruñido con su nombre, sabiendo que eso la prendería todavía más.

—Christopher... —gimoteó su nombre, sin importarle que eso la llevara a un castigo más adelante debido a que todos la habían oído. A Christopher no pareció importarle, escucharla gemir su nombre era lo más hermoso que sus oídos podrían escuchar, no cambiaría eso por un "señor" cuando ya había experimentado escucharla de tal forma.

Sus paredes vaginales se contrajeron con fuerza, succionando la polla de él en su interior, haciendo que siseara de placer. La joven se corrió, una vez más, mientras dejaba que su cuerpo descansara contra el del dominante, quien liberó su semen dentro de ella sin importarle arruinar la ropa de ambos cuando se movieran..

—¿Te sientes bien? —le preguntó al notarla más aturdida de lo normal.

—Sólo un poco mareada —murmuró por lo bajo para que nadie más escuchara su conversación.

—Ve a vestirte y te llevo a casa —dijo depositando un beso en su frente—. A no ser que quieras quedarte en mi casa.

—Ya te gustaría..

—A ti también, ángel, admítelo.

—Cada vez que me llamas ángel haces que te ame un poquito más.—se sinceró.

—Lo sé, eres estudiante de filología y por lo tanto amante de la lectura —dijo sonriendo—. No soy un inculto, conozco más de literatura de lo que piensas.

—Definitivamente te estás ganando mi corazón.

—Además, es un buen nombre para ti—acota guiñándole un ojo.

Ella niega con la cabeza mientras sonríe, se levanta de sus pies y se pone de pie, Christopher aprovecha para acomodar su ropa. Su alrededor parece dar vueltas por varios segundos haciendo que se tambalee.

—Mierda, Cyara—murmura antes de sentarla a su lado en el sofá—. ¿Has tomado algo?

—No...

—Joel, vete a por su ropa —le pide a su compañero quien no duda en hacerle caso—. Tranquila, estoy aquí...

Acaricia sus mejillas mientras busca una razón lógica para el repentino cambio de la muchacha. Joel es rápido en llevarle su ropa, Christopher la viste para después cargarla en brazos y salir del club.

—Estás exagerando...

—Tú estás mareada, así que cállate.

Como puede la acomoda en el asiento de su auto y deposita un beso en su frente, le pone el cinturón de seguridad y entra él también al auto para llevarla a casa. Una notificación hace que desvíe su vista y tome su celular, nada más y nada menos que de su compañero Joel.

"Deberías de pedirle a Cyara que vaya al ginecólogo, los métodos anticonceptivos no son siempre fiables y vosotros en la relación tenéis mucho sexo. No os toméis esto a juego, Christopher... Podría ser importante."

Toda su sangre se agolpó en sus pies, Joel estaba insinuando que Cyara estaba embarazada... Embarazada de él, esperando un hijo suyo...

Pero bueno, solo eran insinuaciones, todavía no era algo seguro. Aunque era probable. Habían tenido sexo sin protección más de una vez, las pastillas a veces no eran demasiado fiables y podían pasar este tipo de cosas. Pero no podía estar pasando.

Simplemente no podía, Cyara era todavía una niña... Un hijo podría cambiarlo todo. Ya no solo lo que habían empezado entre ellos sino también el futuro de ella. ¿Cómo serían las cosas con un hijo? Tenía una carrera que terminar. ¿Cómo se tomarían sus padres eso?

Oscura tentación Where stories live. Discover now