Capítulo 17

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Cyara no se sorprendió cuando al despertar no había nadie a su lado, sería demasiado perfecto si fuera lo contrario.

Se vistió con total tranquilidad, tomando su tiempo en poner cada prenda en su cuerpo, ató su cabello en una coleta alta y abandonó el club.

Las semanas fueron pasando, con ello ya iba más de un mes de trabajar en Moleko. Todo se había vuelto una rutina, ir cada noche a trabajar y de vez en cuando participar en alguna actividad sexual que los chicos le proponían..

—Mañana habrá un evento —informó Fiammenta a la vez que pasaba un trapo húmedo por el mostrador.

—¿Y eso que tiene que ver conmigo?— cuestionó Cyara a la vez que cortaba un limón, tomo un trozo de este y lo echó en el vaso que tenía en frente, preparando un vermut rojo.

—Las camareras de este sector vamos a tener que servir —le hizo saber.

—¿Obligatoriamente?

—Si —dijo Erick llegando a donde se encontraban, Christopher llegó segundos después situándose a su lado.

—¿Y si no quiero? —preguntó, su compañera dio un golpecito en su brazo para que se callara.

—No deberías de cuestionar las órdenes de un dominante, mucho menos de un maestro. — espetó Chris, su semblante estaba serio y su mandíbula apretada. A pesar del tiempo, sabía que Cyara saltaría por cualquier pequeña cosa, no había disciplina para enseñarle. Por muchos castigos que recibiera ella nunca aprendía.

—No debería —repitió ella, como si estuviera retándolo.

—Erick, castígala —le ordenó a su compañero, quien lo miró totalmente aturdido —. Si lo hago yo no le quedarán siquiera ganas de volver al club.

Cyara tragó saliva con nerviosismo y miró al más joven de los dueños con timidez, él no le había puesto la mano encima, a excepción de la orgía que se habían montado de manera improvisada aquel día solo para mantenerla ocupada y despejada. Sabía que esa noche eso cambiaría.

—Ven conmigo, nena —indicó señalando con la mirada la puerta de la salida. Caminaron hacia allí sin prisas, una vez fuera tomaron dirección a la casa del maestro—. Tranquilízate, mi nivel de sadismo es inferior al de tu chico.

—Mi chico —repitió burlona—. Independientemente, sigues siendo un dominante y esas cosas no me van del todo.

—No te van del todo —fue su turno de repetir sus palabras con cierto tono de burla—. Te has acostado con Christopher, dudo que las prácticas hayan sido de vainilla... Oh, y también hiciste una orgía  si mal no recuerdo. Apuntas a lo intenso.

—¡Yo no apunto a nada! —chilló, sabiendo que esa frase ya se la había escuchado a Alan antes.

Erick se contuvo para no reír frente a la joven y mostrar su aspecto más serio, cerró la puerta de la habitación una vez que ingresaron en ella.

—Ponte de rodillas, las sumisas tienen que adaptarse a esa posición —le indicó, ella lo hizo de inmediato, sus rodillas tocaron el frío piso haciéndola estremecer —. Pon tus manos sobre tus piernas... Con la palma hacia arriba.

—¿Así? —preguntó mientras hacía lo que él le ordenaba.

—Perfecto, ahora te vendaré los ojos porque a nosotros nos gusta jugar con los sentidos.

Eso Cyara lo sabía muy bien, Christopher siempre buscaba la forma de llevarla al límite privándola de alguna cosa. Ya fuera tapándole los ojos o la boca, aprisionando sus muñecas o sus tobillos...

Erick tomó una venda color blanco y la puso alrededor de los ojos de la joven, atándola con fuerza.

—Relájate, Cyara, te noto tensa.

—Sé que esto es un castigo... No puedo estar calmada.

—No te haré daño, lo prometo. —Su dedo pulgar acaricia el labio inferior de la muchachita, la mira detenidamente hasta que siente como la joven empieza a succionar su dedo—. Oh, Cyara...

Retira su dedo de su boca, camina por la habitación y toma una fusta de tiras en sus manos. Sonríe al ver a la joven con una actitud tan sumisa... Christopher no había hecho su trabajo tan mal estas últimas semanas.

—¿No me va a desnudar? —cuestionó confusa, la mayor parte de las veces prescindía de ella en los castigos.

—¿Quieres que te desnude, Cyara? —otra pregunta que ya se la había oído también a otra persona, en este caso a Richard. ¿Es que su vida era un constante deja vu?

El cuero de las tiras hizo contacto con el cuello de la joven, bajó por su hombro a un ritmo muy lento, hizo un camino por uno de sus brazos hasta llegar a la palma de su mano. Dio un golpe que resonó en la habitación, pero se sintió suave en su piel.

—Responde, Cyara.

—Yo... No, señor —murmuró avergonzada.

—No tienes que avergonzarte, tu cuerpo es hermoso —aseguró al ver la incomodidad de ella con ese tema, una de sus manos tomó su rostro y lo alzó.

La fusta golpeó en su otra mano haciendo que se sobresaltara por el ruido.

—¿Dolió?

—No, señor...

—Hay que tener un equilibrio perfecto entre el dolor y el placer—susurró —. El miedo está en tu mente, todo esto es placentero así que déjate llevar, obedece y no rompas más reglas.

—Es un tanto complicado.

—Mañana en el evento habrá maestros que vienen de otros países sólo para ver este prestigioso club. —Dejó caer la fusta y tomó las manos de la joven, se encontraban sudada dándole a entender que había sentido miedo y que estuvo atacada de los nervios durante un buen rato.

—Solo tendré que servir, ¿verdad?

—No— niega con la cabeza a pesar de que ella no puede verlo—. Si alguno de ellos quiere tener una sesión contigo tú no puedes resistirte.

—¿Qué?

—Obviamente será consentida por alguno de nosotros antes, en muchas ocasiones incluso se está presente en el acto aunque no se involucre.

—Sería muy incómodo para mí.

—Deja de pensar en lo que es o deja de ser correcto, bonita.—Sus manos deshacen el nudo de la tela y dejan sus ojos libres—. Si lo deseas es suficiente.

—No creo desearlo.

—Eso está por ver. —Posa su mano en su nuca y tira de ella para poder besarla, saborea el dulce sabor de sus labios por unos instantes antes de atreverse a meter su lengua y jugar entre ellas.

—Esto no fue del todo un castigo —susurra, su frente estaba pegada a la del dominante, sus labios se rozaban con cada palabra que salía de su boca.

—Lo sé, pero eso nadie más tiene que saberlo. —Le guiña un ojo con complicidad.

Y desde ese momento, Cyara sabe que no estará sola en el club. Tiene a Joel y Erick como aliados, aunque Richard y Zabdiel también eran agradables con ella. Y Christopher... Bueno, era Christopher. El hombre que la enloquecía hasta más no poder, que se implicaba pero luego se echaba para atrás marcando sus límites.

Oscura tentación Where stories live. Discover now