Capítulo 33

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Hacía más de diez minutos que un camarero dejó sus comidas frente a ellos, ninguno se atrevía a iniciar la conversación ni siquiera a probar el contenido de su plato.

Sus mentes los torturaban pero actuaban como si nada.

Dicen que las tentaciones están hechas para caer en ellas y que la oscuridad es necesaria para brillar.

¿Cómo se definiría entonces su Oscura tentación? Esa que tanto los había marcado a ambos.

—Esto... Lo nuestro...—dice ella en un tono de voz bajo señalándose a ambos con su dedo índice.

—No digas algo de lo que te vayas a arrepentir más tarde, Cyara... Por favor —murmura ladeando su cabeza y mirándola expectante.

Toma una profunda respiración debatiéndose en qué decirle sin hacerse daño a sí misma. Sus ojos verdes son una tormenta de tonalidades cuando lo regresa a mirar, haciendo que él apriete su mandíbula.

Temía por la decisión que Cyara fuera a tomar pero no le quedaba de otra que aceptarla, fuera la que fuera.

—Cyara, sé que estamos jodidos, ¿de acuerdo? Soy un jodido gilipollas fanático del control y de dar órdenes, tú te metiste bajo mi piel como nadie más... Sé que no te merezco, eres demasiado ángel para un demonio como yo — confiesa antes de dejar escapar un suspiro de sus labios—. Pero estoy enamorado de ti.

—Christopher...

—No he terminado, Cyara —le hace saber, ella da un ligero asentimiento y el procede a seguir con sus palabras—. Créeme, podría estar contigo sin besarte, sin tocarte... Con solo tu presencia es necesario para que mis sentidos se alboroten, para que la sangre fluya a ritmos exageradamente rápidos por mi cuerpo, para que me hagas sentir bien... Para que te ame.

—No sé que decir después de todo esto —se sincera—. Yo también te amo...

—¿Pero?

—Pero dudo que lo nuestro tenga futuro, me haces sentir mejor que nunca porque puedo jurar tocar el cielo cada vez que te tengo cerca.—Tragó saliva y remojó sus labios ya secos—. No podría estar con un demonio que ama más a su infierno.

—Sabes que no puedo dejar el club — dice en un tono angustiado—. Pídeme lo que quieras pero no eso, ángel.

—¿Cómo te sentirías tú? —contraatacó—. Si yo estuviera con una infinidad de hombres, que todos ellos me follaran a diario, que se desviviesen solo por mi...

Un gutural gruñido se escapó de la garganta del dominante de solo imaginarlo, no podría... Él no lo soportaría así que no podía pedirle a ella que lo hiciera.

—Ya entendí el concepto, no sigas.

—Pues a eso me refiero, lo siento — dijo finalmente.

—Encontraremos un equilibrio para todo esto, solo deja que las cosas fluyan.

No volvieron a mencionar el tema durante la comida. Seguía flotando en sus mentes pero preferían fingir que ya era agua pasada.

Tras salir del local llevó a Cyara a su casa para que pudiera cambiarse de ropa y pasar el resto del día tranquila ya que habían quedado de verse esa misma noche en el club. Zaida y Leyre dormían plácidamente en los sofás, ninguna fue capaz de llegar a su cama la anterior noche ya que el alcohol mezclando con el sueño ganó la batalla.

Caminó con pasos desinteresados hasta llegar a su habitación, probablemente Alan hubiera dejado allí sus cosas así que le agradecía por ello.

Oscura tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora