Capítulo 8

5.8K 324 35
                                    


Cyara se quedó totalmente sin habla, no sabía que responderle al dominante que tenía frente a ella. No era algo que le propusieran todos los días y no tenía ni la menor idea de qué respuesta debía de darle.

—No te voy a exigir una respuesta para esta misma noche —concluyó, tomando en su mano el vaso que Fiammenta dejó en la barra para él —. Pero al menos dime que te lo pensarás y que hablarás con alguno de nosotros en cuanto tengas una respuesta.

—Si, señor —respondió involuntariamente—. O sea, que si que les daré la respuesta en cuanto logre ordenar toda mi mente.

—Perfecto, Cyara.—Le guiñó un ojo mientras sonreía —. Ya hablaremos.

Ella no despegó la mirada de él hasta que este tomó asiento en la mesa de los Maestros, varias chicas se acercaron gateando, un collar estaba envuelto en sus cuello y tenían una correa que terminaba en las manos de alguno de los dueños del club.

Esto le llamó especial atención. No sabía cómo funcionaba eso de los collares pero ya había visto a muchas sumisas con estos alrededor del cuello. Fiammenta resolvió sus dudas explicándole que la collarización era la ocasión donde una sum recibe formalmente el collar de un dom, convirtiéndose oficialmente en propiedad de este.

Quiso reclamar, pero había prometido no cuestionar nada de lo que allí se hacía.

Sus ojos no dejaron de mirar en ningún momento a aquellas chicas, concretamente a la morena que refregaba su mejilla contra la rodilla del maestro de la quiebra sección en busca de un poco de atención por su parte.

—Deja de mirarlos, niña tonta —espetó una de las camareras pasando por su lado—. El contrato lo deja bien claro.

–Creo que también deja muy claro que no se debe de hablar mal —contraatacó.

—Tú no eres nadie para decirme que hacer, solo eres una sumisa más en ente sitio.

—Yo no soy sumisa —siseó, desviando su mirada a esta para mirarla mal.

La joven dejó la bandeja de nuevo en la barra y se acercó a Cyara de forma desafiante. No fue impedimento para ella ser unos centímetros más baja y la miró de la misma forma retadora que ella hacía.

—Eres una zorra —escupió en dirección a Cyara—. Ni siquiera sirves para esto, lo único que haces es recibir castigos.

—Mira bonita... —empieza a decir en tono sarcástico.

—¡Los dueños no te están dando la disciplina que mereces! — gritó—. Por eso haces lo que te da la puta gana aquí. Te diría que te buscases un dominante oficial y que no anduvieses de uno en otro como la puta que eres, pero pensándolo bien... ¿Que dominante te habría de querer de manera oficial?

—Lo que haga o deje de hacer no es asunto tuyo —habló, evitando arder de la rabia—. No pagues tus inseguridades conmigo.

Ella, enfurecida e indignada, alzó su mano para golpear la mejilla de Cyara pero esta no llegó a su rostro.

—Ten cuidado con lo que haces —dijo Joel agarrando su muñeca y haciéndola retroceder—. No es actitud de una buena sumisa.

—Se-Señor... Yo puedo explicarlo...—Tragó saliva con dificultad y bajó la mirada.

Pero antes de que pudiera volver a hablar ya estaba otro de los dueños del club allí, uno al que no podría replicarle aunque quisiera.

—Ocúpate de tu perra —pidió Christopher mirándolo—. Me encargaré de la niña.

Y con eso miró a Cyara,  su mano agarró su brazo midiendo su fuerza y tiró de ella hasta salir por la puerta trasera del club. Caminó en dirección a su casa y la hizo subir a una de las habitaciones.

Oscura tentación Where stories live. Discover now