Extra 3

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Layla no le tomó demasiada importancia ese mismo día pero más adelante comenzó a causarle intriga todo cuanto había en ese cuarto.

A sus dieciséis años ya quería empezar a experimentar.

Había hablado el tema varias veces con su madre y ella le aconsejó de la mejor forma posible, ahora solo faltaba hablar con una persona.

—Tendrás que decírselo a tu padre. — dijo Cyara mientras sonreía de lado.

—¿Decirme qué? — preguntó Christopher mientras se apoyaba en el marco de la puerta, Cyara y Layla se encontraban sentadas en la cama mirándose.

—Ay, no. — susurró haciendo un puchero—. Esto es muy vergonzoso.

Él alzó una ceja al escuchar a su hija, su cabeza ya se estaba haciendo ideas de lo que quería decirle pero aún así decidió esperar a que ella hablara.

—Mamá, olvida lo que te dije... De todos modos era una estupidez. — murmuró por lo bajo para que solo ella la escuchara, sin embargo, su padre también llegó a oírla.

Cyara y Christopher compartieron una mirada cómplice y una sonrisa amenazó con dibujarse en su rostro.

—Layla quiere ir a Moleko.

—¡Mamá! — reprochó la joven, sus mejillas se encontraban sonrojas por la pena del momento.

Christopher acarició su barbilla y entrecerró sus ojos. No lo tomaba por sorpresa, hacía tiempo que se venía fijando en las reacciones de Layla ante cualquier cosa y sabía a ciencia cierta que esto iba a pasar.

Tras unos minutos de silencio, él decidió asentir.

—Mañana te llevaré allí, pero creo que deberías de saber un par de cosas antes. — dijo mientras tomaba asiento con ellas, una de sus manos tomó la de Cyara para entrelazar sus dedos.

Su penetrante mirada se posó en su hija, ella le regaló una débil sonrisa en señal de que estaba lista para escuchar lo que le tuviera que decir.

—Todo lo que veas, por muy duro que te parezca, es consensuado por ambas partes. — dijo con la voz calmada, advertir a su hija le recordaba demasiado a cuando advertía a Cyara años atrás—. Si después de verlo todo decides que no quieres ser partícipe de ello estás en todo tu derecho, pero no lo critiques porque es el estilo de vida de muchas personas.

—¿Entre ellas, vosotros? — le fue inevitable preguntar.

Esta vez fue Cyara quien se sonrojó y dio un ligero apretón a la mano de su novio.

—Si. — respondió él mirando a Cyara—. Nosotros nos conocimos en Moleko.

Un sinfín de recuerdos se cruzó por su mente pero sólo se pararon a recordar uno en concreto, el primer contacto visual entre ambos.

—La pregunta principal es ¿por qué?

—¿Por qué lo hacemos? — cuestionó alzando una ceja, Layla fue rápida en asentir—. Para liberarnos. Es un lapso en donde te despojas de todo prejuicio, de tu nombre, de tu profesión, de todo lo que te fue asignado.

—¿Te olvidas también de mamá?

—No, de ella jamás me olvidaría. — asegura, sus labios se curvan en una sonrisa cuando mira a Cyara—. Una vez que veas un ángel va a ser imposible olvidarte de él.

Su hija sonríe también, tal vez ellos tenían gustos extraños en la cama pero no iba a opinar sobre eso ya que tan solo tenía dieciséis años y no sabía nada de ese tema. Sin embargo, Layla deseaba que alguna vez en la vida alguien la amara de una forma tan intensa, profunda y pura como lo hacían ellos.

Oscura tentación Where stories live. Discover now