Capítulo 5

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La sonrisa de Christopher no podía irradiar más orgullo, al oírla decir esas palabras sintió su polla crisparse nuevamente bajo su pantalón de vestir pero se obligó a sí mismo a mantener la postura. Ya no era un adolescente para que sus hormonas funcionasen de esa manera, era un adulto y debía de actuar como tal. ¿Qué era eso de ponerse cachondo solo porque la rubia le hiciera ojitos? Ese no era para nada su estilo.

—¿Hay algo más a lo que le temes, carita de ángel? —alzó sus cejas.

—Tengo una larga lista...

—Dímela, quiero ser yo quien te lleve por el buen camino del pecado.

—Tengo una clase en unos minutos, deberías de venir y así aclaramos tus dudas.

—Se supone que enseñas a dominantes... ¿Que pinto yo allí?

—Ser mi sumisa, puedes estar solo de espectadora.

Ella duda, pero finalmente deja la vergüenza a un lado y se centra en eso que tanto le gusta a la gente y que ella huye. Fue con él y se sentó mientras lo escuchaba hablar, su manera de expresarse era única, si por ella fuera vendría a sus clases todos los días. Había temas que no le agradaban e incluso arrugaba su nariz al escucharlo hablar con tanta normalidad, hasta él se dio cuenta de ese pequeño detalle.

La chica jugaba con el látigo del dominante en sus manos mientras lo escuchaba despedirse de los aprendices, en la clase no había aprendido nada nuevo pero sí que le dieron ganas de experimentar nuevos terrenos al escucharlo hablar con tanta seguridad. Claro que la experiencia era un punto importante.

—Pusiste mala cara al mencionar el sexo anal, al parecer todavía sigue siendo un límite para ti, ¿eh? —preguntó con diversión al tiempo que la despeinaba.

—No termina de convencerme, ¿no lo ves un poco egoísta? Es únicamente para el disfrute del hombre.

—Quizá, ¿pero he sido yo egoísta con tu cuerpo para que tú no disfrutes de algo?

—No lo has sido, pero eso no quiere decir...

—¿Confías en mi?

—Confío en ti.

Él sonrió de forma maliciosa y le quitó el látigo de las manos para pasarlo por su nuca y atraerla a su rostro, besó sus labios de forma breve y atrapó el inferior con sus dientes.

—Déjame enseñarte esto, cielo, si lo probamos y no te gusta, pasaremos a otra —prometió en un susurro—. Hay muchas cosas que quiero hacer contigo, pequeña Cyara.

—¿De verdad? —inquirió, buscando el contacto del dominante, este no tardó en llevar una mano a su mejilla para acariciarla y descenderla hasta dejar su pulgar presionando su labio.

—¿Acaso dudas de mi palabra, ángel?

Bate sus pestañas y succiona su dedo como respuesta, la visión del dominante se nubla con esa simple acción y tiene que apretar sus labios para no sisear de placer.

—¿Me tumbo, me pongo en cuatro patas o...?

—Sobre el escritorio, apóyate ahí.

Ella lo hace, dejando que su abdomen presione este mientras él le levanta el vestido hasta la cintura. Camina en busca del lubricante a base de agua y al tenerlo le separa las piernas para acariciar su entrada menor con sus dedos, Cyara se tensa pero con un par de besitos en la espalda logra relajarse. Era él. Él sabía lo que hacía. Entonces le dejó hacerlo, dejó que le mostrara lo que era el sexo anal y lo disfrutó.

—Puedes continuar con tu trabajo cuando te recuperes del orgasmo... Y si estás demasiado sofocada puedes regresar a casa—dijo, acariciándole el cabello—. A mi me va a matar Joel si no le ayudo con...

Oscura tentación Where stories live. Discover now