Capítulo 14

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Christopher

No hacía falta conocerla mucho para saber que esa jovencita no había tenido mucho sexo en su vida, sus expresiones la delataban en todo momento cuando veía alguna escena subida de tono o simplemente cuando la tocaban.

Había algo en ella que atraía a todos aquí, tal vez su forma de ser y/o de actuar, todo lo que transmitía, como se expresaba...

Paso por alto que la sumisa que tengo arrodillada a mi lado esté refregando su mejilla contra mi pierna en busca de atención, una atención que no le doy ya que mi mirada está clavada en la joven que se encuentra detrás de la barra.

—¿Qué está pasando por tu mente? —cuestiona Erick, tomando asiento frente a mi y alzando una mano para pedir algo de beber.

—Si te contara no me creerías —le hago saber, doy un sorbo al contenido de mi vaso a la vez que lo miro.

Cyara se aproxima con un vaso en la mano, lo deja en la mesa frente a Erick y voltea dispuesta a irse.

—Trae la botella —indico, tanto Erick como la joven me miran confusos pero no dicen nada, se limita a caminar a paso apresurado de vuelta a la barra. Mi vista se clavó en la desnuda piel de sus piernas y el encanto que tiene al contonear sus caderas al moverse.

—Creo que ya sé por donde van los tiros... —murmuró mi compañero de mesa, sus labios se curvaron en una sonrisa y miró en dirección a Cyara. En cuanto llega a la mesa deja una botella de Whisky de la marca Johnnie Walker en ella.

—Un momento, ángel —susurro en su dirección—. Ven aquí.

Ella no se mueve, me mira con desconfianza, no debería de hacerlo porque solo hace que me prenda más. Una de mis manos se posa en su trasero y la acerco a mi, con mi mano libre subo por a cara interna de sus muslos dando suaves caricias con la yema de mis dedos, noto sus músculos tensarse a medida que voy subiendo. Sé que Erick está observando la escena y lo está disfrutando, yo por mi parte solo quiero comprobar si me hizo caso en no usar ropa interior. Cuando llego a su entrepierna alzo la mirada para admirar sus reacciones, dejó de respirar por unos segundos en el momento que mis dedos hicieron contacto con sus húmedos pliegues.

—Tomaste una buena decisión—Le guiñé un ojo antes de retirar mis manos de su cuerpo, se notaba completamente avergonzada y aún no lograba entender la razón de ello—. Es todo, ángel, puedes continuar.

Da un leve asentimiento en nuestra dirección y abandona nuestra mesa para seguir con su trabajo.

—No eres para ella —comentó Erick, sus labios hacen contacto con el cristal de su vaso y bebe un trato del líquido que contiene—. Quiere que la traten suave, tal vez deberías probar lo que es el sexo lento, pausado...

—Cállate —interrumpo frunciendo mi entrecejo—. Sé perfectamente lo que quiere, pero su cuerpo necesita otra cosa.

—Tal vez. —Se encoge de hombros—. No descartes la opción del sexo vainilla.

—Yo no trato suave —gruño—. Si voy a follar lo haré de manera dura, ¿entiendes?

—Tal vez si me haces una demostración entiendo mejor —comentó divertido, le lancé una mirada cargada de odio.

Se refería únicamente a estar presente en mis actos sexuales, cosa que por el momento no me interesa.

—Si no quieres que te dé azotes, cállate.

—Me gustaría verte intentándolo —ríe a la vez que niega con la cabeza.

Las relaciones entre dos dominantes son jodidamente imposibles, ambos necesitan tener el control, poder ordenar, ejercer dolor y placer a partes iguales.

Minutos más tarde Zabdiel se unió a nuestra mesa y comenzamos una plática más amena e interesante.

—Oye, ¿escuchaste del nuevo gusto de Christopher? —cuestionó Erick con una sonrisa maliciosa en el rostro.

—Sorpréndeme.

—¡Vainilla!

—Erick, basta.—Apreté el puente de mi nariz en señal de cansancio.

—¿Vainilla? —preguntó Zabdiel, su expresión se volvió de completa confusión cuando me miró —. No diré nada al respecto.

—Te lo agradezco —suspiré antes de levantarme, me deshice del saco y lo dejé sobre el sofá donde anteriormente me encontraba. Con una mano acaricio el cabello de la sumisa que se encontraba allí—. Levántate, por hoy fue suficiente.

Se pone de pie, sus rodillas se encontraban de color escarlata debido a la presión que ejercieron sobre el suelo este tiempo. Paso mi nariz por su mejilla con delicadeza, en un movimiento pausado, mis labios atrapan el lóbulo de su oído antes de succionarlo.

—Pórtate bien —susurro, noto como su piel se eriza con ese simple gesto.

No todo en el BDSM es malo, lo hacen ver como algo doloroso, nos hacen ver a los dominantes como personas insensibles que buscan saciar sus deseos en sumisas, en personas que se entregan en cuerpo y alma a nosotros y nos dejan hacer lo que nos dé la gana con ellas. No es cierto. Sabemos como ejercer dolor en los cuerpos, hacemos ver el dolor como algo placentero. Nadie sufre, es más su mente lo que grita dolor que su propio cuerpo.

Los límites se los pone uno mismo en la mente, nosotros buscamos la forma de borrarlos, destruirlos y que no quede nada de ellos. Queremos que se deje de ver como un tabú.

El BDSM va mucho más allá, también es caricias, también es cariño, también es amor. No somos seres despiadados que solo piensan en follar y golpear. A veces es tan difícil de explicar a alguien que no pertenece a este mundo...

Luego llegan las personas que por haberse leído cincuenta sombras, o por haber visto las películas, piensa que el asunto está solucionado.

No.

Esto no es un libro ni una película, esto es la realidad, esto sí está pasando. No es ficción.

Lo único que hicieron con las cincuenta sobras fue ridiculizar nuestro mundo, hacerlo ver de una forma que claramente no es.

Tal vez Anastasia logró "cambiar" a Christian Grey, pero nada ni nadie aquí lograría cambiarnos a los chicos de Moleko. Nosotros somos como somos, a quien no le guste que se retire, no vamos a cambiar nuestra forma de ser por una chica que no esté de acuerdo con lo que hacemos y mucho menos que lo critica a su antojo.

Lo que tiene de buena, lo tiene de mala. Y lo peor de todo es que ni siquiera ella logra darse cuenta.

Oscura tentación Where stories live. Discover now