Capítulo 26

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Christopher dejó que pasaran los días y con ellos las semanas. No estaba listo para enfrentarse a Cyara nuevamente, él era un adulto y sabía como hacer las cosas, ella era una joven que vivía muy alejada de la realidad. Él no quería romper su mundo de fantasía, quería seguir alimentándolo y hacerla disfrutar al máximo de todo ello.

—Cyara empezó ayer las clases —informó Joel mientras tomaba asiento en el sofá de cuero negro, Fiammenta no tardó en acercarse para llevarle un vaso de tequila (lo que siempre tomaba)

—¿Dónde está su Universidad?— cuestionó el Maestro Vélez mientras se entretenía acariciando el cabello de una sumisa.

—Queda cerca de tu casa— le hizo saber con una sonrisa en el rostro—. La primera a la mano derecha a un par de manzanas.

—Vaya, vaya...—soltó una risa, sus dedos empezaron a trenzar el cabello de la muchacha para después tirar de este—. Ha sido suficiente por hoy, muñeca.

Depositó un cálido beso en su frente y le mandó levantarse, le dio una fuerte nalgada que dejó su piel rojiza antes de guiñarle un ojo e indicarle donde estaba la salida.

—¿Sabes a qué hora sale de clases?

—¿Por qué debería de saberlo, Christopher? —cuestionó alzando una ceja.

—Ya entendí, no vas a ayudarme—murmuró mientras ponía los ojos en blanco—. Mañana en la tarde no me esperéis en el club.

-¿Vas a ir?

—No, hombre, me tomo el día libre solo porque me sale de los cojones —murmura sarcástico para después tomar un trago del whisky que tiene en el vaso.

Ambos parecen retarse con las miradas, la tensión es bastante notable en el ambiente y nadie a su alrededor parecía darse cuenta.

El maestro Colón entra al sector de la mano de una muchacha, al divisar a sus amigos fulminarse con la mirada decide soltarla y caminar a paso apresurado hacia ellos.

—Hey, hey, hey... —dice chasqueando sus dedos frente a ellos—. Ya basta, ambos sois adultos así que dejad de tener el comportamiento de unos adolescentes.

—Erick, no te metas —sisea Joel entornando los ojos.

—¿O qué? —lo reta el recién nombrado.

El maestro Pimentel se levanta dispuesto a enfrentarlo pero entonces Christopher interfiere poniéndose en medio de ambos.

—Ya basta, Erick tiene razón en que parecemos unos críos —dice encogiéndose de hombros—. Mantendré mi decisión en pie.

—Christopher... —empezó diciendo, el maestro Vélez dejó de prestarle atención y comenzó a caminar fuera del sector para después salir del club.

El club se quedó al mando de los cuatro maestros restantes por esa noche, Christopher no hizo más que irse a casa para mantener su paz mental hasta la tarde del siguiente día.

No sé molestó en ir al trabajo ese día, se limitó a darse una ducha cuando ya era cerca del mediodía para después vestirse. Un pantalón de vestir color gris y una camisa blanca remangada, dejando a la vista los tatuajes de sus antebrazos.

Pasó sus dedos por su cabello para alborotarlo y no lucir un aspecto demasiado formal. Sale de casa con aires despreocupados y se pasa por un restaurante para comer, no sabe con exactitud a que hora saldría Cyara pero estaba seguro que en horario de tarde. No le quedaba otra opción que hacer tiempo.

Dos horas más tarde se vio a sí mismo apoyando su peso en el capó de su auto mientras miraba en dirección a la salida de la Universidad.

—Vamos, Cyara, dime que no eres de las que se tarda dos años y medio en salir... —murmuró para él antes de soltar un suspiro.

Varios jóvenes comenzaron a salir, todos mirándolo con curiosidad, las chicas lo miraban con picardía y lujuria, gesto que no pasaba desapercibido para él. Pero todas y cada una de las miradas dejaron de importarle cuando vio a su objetivo salir acompañada de otra joven. Sus ojos escanearon su cuerpo a la vez que se mordía el labio inferior, llevaba un sencillo vestido que la hacía ver hermosa.

—Se me hacen varias ideas del por qué estás aquí—murmuró ella acercándose a pasos lentos, la gente a su alrededor comenzó a desaparecer.

—A mi se me hacen muchas ideas de lo que quiero hacerte si te veo así... —su mirada recorrió nuevamente su cuerpo—. Y todas ellas implican que te quites ese precioso vestido... Una pena que estemos en un lugar público.

—Bueno... —La joven se tomó un momento para mirar alrededor, los estudiantes ya se encontraban de camino a casa así que básicamente estaban solos—. Ahora no hay nadie, estamos a solas.

La frase quedó en el aire. Cyara sonrió como si acabara de decir la frase más inocente que se pasó por su mente. La expresión de Christopher pasó de ser perversa a ser totalmente perpleja.

—Era broma— aclaró soltando una risa y ganándose una mala mirada por parte de él—. Solo estaba bromeando con quitarme la ropa.

—Cyara, con esas cosas no se juega.

—Lo siento, señor...

—Tenemos una conversación pendiente —dice alzando sus cejas, con la mirada señala el auto y ella no tarda en entrar.

—Me gustaría ser yo la que empezara, me da igual perder la poca dignidad que me queda—murmuró apenada, tragó saliva y miró al dominante en el asiento de piloto.

—Te escucho, ángel.—Tomó su mano y la acercó a sus labios para besar sus nudillos.

La joven tomó una respiración profunda antes de empezar a hablar, la cercanía de él afectaba a sus sentidos pero no permitiría que fuera notable.

—No eres ni por asomo el hombre que busco... Pero eres el que necesito, el que deseo y quiero—murmuró en voz baja—. Sé que a tu lado tendré mucho y a la vez no tendré nada porque somos diferentes, hay muchas cosas que no estás dispuesto a dejar por mi y lo entiendo...

Christopher interrumpió sus palabras sellando sus labios, sabía que si la dejaba hablar terminaría diciendo cosas hirientes. Lo que menos quería era que se lastimara a sí misma con cosas que tal vez eran ciertas.

—Ven aquí... —la sentó sobre su regazo, dejando sus piernas a ambos lados del asiento, sus manos bajaron hasta sus nalgas y comenzó a moverla sobre él.

—Chris... —gimoteó al sentir la dureza de su entrepierna crecer con el roce.

—No me gimas así, ángel... —dijo con la voz ronca—. Lo único que consigues es provocarme, no sabes las ganas que tengo de penetrarte bien duro y hacerte gritar mi nombre...

Oscura tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora