Capítulo 31

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A partir de esa noche únicamente tuvieron algún que otro encuentro en el club, la química entre ellos era innegable pero sus estilos de vida eran tan diferentes que no les permitían pasar más tiempo juntos.

—¿A donde vamos a salir esta noche? — preguntó Leyre mientras retocaba la sombra de ojos.

—Mientras no sea a Moleko... —murmuró Cyara por lo bajo.

—¿Has tenido algún problema con el chico del látigo? —cuestionó dándole una rápida mirada para después volver a su labor.

—No, todo lo contrario. Sin embargo, esta ncohe quiero olvidarme de todo.

—¡Eso suena a borrachera! —exclamó Zaida desde la puerta—. Estáis tan perras que hasta me volvería lesbiana...

—¡Princesa, deja de actuar como si no estuviera aquí! —gritó Alan mientras caminaba por la sala, esperando a que ellas terminaran de arreglarse para poder irse.

—Hombres... —dijo ella poniendo sus ojos en blanco.

—¿Nos vamos ya? —dijo Cyara tomando un pequeño bolso del mismo color que su vestido.

Sus amigas asintieron y Alan dejó escapar un suspiro de alivio antes de salir de casa. El trayecto hasta una de las discotecas de la ciudad fue relativamente corto. Cuando llegan, el lugar está haste el techo de gente pero gracias a los buenos contactos de Alan pueden entrar con facilidad y pasar a una zona VIP. Cyara se dejó caer en uno de los aterciopelados sofás y dejó el bolso en la pequeña mesa que había enfrente, Alan no tardó en llevarles algo de beber a cada una de las jóvenes.

—¿Sabes? Deberíamos de ir a bailar — murmuró Cyara tras beber el contenido de su vaso—. Tú deberías de ir por más alcohol, mi sangre lo está pidiendo a gritos.

—Eso, trae la botella de whisky. —Zaida apoyó la idea alzando sus brazos, empezó a mover sus caderas al ritmo de la música y Leyre no tardó en seguirla.

—No quiero hacerme cargo de tres ebrias, podéis beber con calma para que no suba tan rápido...

—Señor amargado, solo queremos olvidarlo todo esta noche... No seas igual de gruñón que tu amigo —murmuró Cyara antes de levantarse y dirigirse a la pista de baile, con suerte encontraría a alguien para bailar y pasar la noche.

A Alan no le quedó de otra que ir a por la botella que habían pedido, la dejó encima de la mesa para que ellas mismas se sirvieran.

Las horas pasan como si fueran minutos, el hecho de que cada canción le guste más y más que la anterior le hace darse cuenta que tal vez ya había tomado lo suficiente. Llevar tacones era algo peligroso en su estado de embriaguez pero pareció no importarle mucho, por segunda vez en la noche dejó que su trasero se sentara en el sofá.

—Iré al baño, cuando vuelva tenemos un perreo pendiente —gritó Zaida sobre la alta música, Cyara levantó un pulgar en su dirección para hacerle saber que estaba de acuerdo.

Tomó su celular por primera vez en la noche, varios mensajes de una única persona aparecían en la pantalla de inicio y eso la hizo enojarse.

—Y tiene la puta cara de enviarme mensajes — espetó antes de tocar en su nombre para llamarlo, este atendió al tercer toque y eso hizo que la joven pusiera los ojos en blanco.

—Cyara, estuve enviándote mensajes toda la noche, ¿qué ha pasado? —cuestionó al otro lado del celular.

—No tengo que darte explicaciones de nada, ¿lo entiende el señor o quiere que le haga un dibujito? —preguntó, su lengua parecía adormecida y pesaba en cada palabra que pronunciaba.

Oscura tentación Where stories live. Discover now