Capitulo 31

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Julian ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez que se había encontrado rodeado de tanta gente. No, al menos, gente que, aunque extraños para él al principio, eran todos conocidos o amigos de Kei, gente a la que el chico rubio conocía y de quienes se rodeaba, pero no en un gigantesco supermercado al que le habían arrastrado una hora después de llegar a casa de Kevin.

El ambiente había sido tan tenso que hasta él había notado como los músculos de Kei se tensaban a su lado y la manera que sus ojos oscuros se habían desviado de Kevin a Nathan antes de soltar un débil resoplido con una media sonrisa como si él supiera lo que había pasado pero sin lugar a dudas nada dispuesto a compartirlo con los demás.

Tampoco intentó preguntárselo. A Kevin tampoco, pese a que no cruzó la mirada con Nathan en ningún momento, ni siquiera lo hizo el primo de Kei con él, dando vueltas a la taza de café que Eila llegó a poner en sus manos con recelo, tal vez también notando que algo ocurría pero incapaz de decir nada.

Cuando Eila había preguntado por las compras de navidad, Julian había empezado a respirar de nuevo, posiblemente creyendo que la atmósfera cambiaría, incluso aunque prefirió fingir que no veía como Kei se acercaba a Nathan antes de salir, limitándose a darle unos suaves golpecitos a su primo en el pecho con el puño cerrado de una mano, viendo como Nathan cerraba los ojos y desviaba la cabeza, pero lejos de sentirse mejor una vez hubieron salido de la casa, el abarrotado supermercado a un lado del centro comercial solo había hecho que Julian sintiera una ansiedad diferente a la que había experimentado en casa de Kevin.

—¿Estás bien?

Julian levantó la cabeza y miró a Kevin abriendo la boca para responder, deseando salir lo más rápido posible de allí pero sus ojos se encontraron con los de Kei y palideció bajando de nuevo la cabeza.

—Sí —mintió en un hilo de voz.

—Estás sudando mucho, Julian —dijo Kevin despacio, con tranquilidad, completamente resignado a todo lo que estaban metiendo en el carro de la compra que había cogido del aparcamiento nada más llegaron. Posiblemente decidido a no perder los nervios después de repetir cuatro veces que solo comprarían lo imprescindible—. No creo que...

—Estoy perfectamente —aseguró Julian sin voz pegándose completamente a él con un sudor frío por toda la espalda cuando una familia con un número más grande que ellos se acercó por el callejón contiguo, hablando y haciendo ruido—. Estoy bien —repitió sin energías, deseando haber obedecido por una vez a Kei y haberse quedado en la habitación del hotel.

—Ya... —musitó Kevin enarcado una ceja, incrédulo.

—Aún puedes esperar en el coche —dijo el chico rubio sin acercarse a ellos haciendo que Julian se irguiera de inmediato mirando al frente, clavando la mirada en la figura de Nathan aún más oscura de lo que habitualmente era pese a todas las miradas fascinadas que le dirigían, posiblemente las mismas que se giraban de manera natural hacía Kei—. Puedo pedir que te lleven allí.

—No —dijo Julian orgulloso de que su voz sonara con fuerza esta vez—. No lo necesito.

—Seguro —dijo Kei haciendo que Julian sintiera un escalofrío.

Era enervante la manera en la que Kei parecía saber como se encontraba en cada momento y la rapidez con la que lo aislaba, una vez más dando la sensación de ir a romperse en cualquier momento. Julian sabía que si presionaba más de lo que estaba haciendo en ese momento, el chico rubio no tendría ningún problema en agarrarlo y arrastrarlo hasta el coche.

—¿Y qué me dices de ti?

De nuevo la voz de Kei lo sacó de sus pensamientos y giró el cuello para ver como Kei miraba significativamente a Kevin y como su amigo le devolvía la mirada.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora