Capitulo 2

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Julian caminó despacio, sin apresurar el paso, negándose a caminar más rápido que Kei. No lo hacía por consideración. A Kei no parecía importarle nada de esos detalles, pero él se negaba a perderle de vista cuando caminaban. Si en algún momento dejaba de verlo cuando estaban juntos, comenzaba a sentir una ansiedad asfixiante y sabía que al final se reflejaba en su expresión y sólo lograba preocupar a los demás.

Kei estaba vivo y eso era lo que importaba.

Julian apretó los labios un segundo y se aventuró a mirar a Kei de reojo cuando entraron en la habitación que compartían y sintió como se encogía al encontrarse con los ojos oscuros del chico rubio fijos en los suyos y apartó rápidamente la mirada, agachándose frente al armario mientras fingía poner toda su atención en sacar cosas de un cajón.

No tenía muchas cosas y la mayor parte era lo que Kei o Sakuya le habían comprado para poder vestir durante todo ese tiempo.

—¿Durante cuánto tiempo planeas seguir sin mirarme a la cara directamente?

Julian se crispó cuando escuchó las palabras de Kei pero comenzó a notar un ligero sudor frío al sentir su mano sobre su cabeza.

—Ya... ya te miro a la cara —musitó, sacando una camisa y la dejó sobre el suelo.

Los dedos de Kei comenzaron a entrelazarse en su cabello y Julian apretó con fuerza la camiseta de color azul oscuro que Sakuya le había traído la última vez que se fue de viaje a ver a su novio y encorvó los hombros, fijando la mirada en la tela azul y el color negro de sus pantalones, incapaz de alejar las sensaciones que le producía aquel contacto.

Era verdad. Había estado evitando encontrarse con la mirada de Kei. No podía hacerlo. Cada vez que lo miraba sentía que se bloqueaba y el recuerdo del momento que lo había disparado le atravesaba la cabeza y comenzaba a sentir que volvía a sumergirse en esa misma desesperación que lo había arrasado todo a su alrededor desde que apretó aquel día el gatillo.

Julian cerró los ojos con fuerza, estremeciéndose cuando los dedos de Kei descendieron por su nuca y acariciaron su cuello, deslizándose hacia su espalda.

Kei estaba vivo... era verdad y era lo único que importaba... pero era imposible olvidar que lo había disparado... incluso aunque nadie hablara de eso, como si jamás hubiera ocurrido.

—¿Entonces por qué no pruebas a darte la vuelta y mirarme?

Julian sintió un espasmo de terror y se incorporó de golpe, apartando la mano de Kei de su cuerpo.

—Voy a darme una ducha —murmuró tras unos segundos de pausa donde lo único que sentía era un ligero temblor en las manos.

—No puedes evitar la conversación eternamente.

Las palabras de Kei se arremolinaron a su alrededor con un suave susurro y Julian abrió mucho los ojos; agarró la camiseta que había dejado caer al suelo y se apresuró a acercarse al cuarto de baño, esquivando el extremo de la cama y sobre todo a Kei que siguió inmóvil, sintiendo su abrasadora mirada fija en él en todo momento, incluso cuando cerró la puerta a su espalda y se apoyó en ella un segundo, buscando el aire que le faltaba para lograr respirar.

—Kei... —susurró, apretando la camiseta sobre su pecho.

—Julian, no cierres la puerta.

Se apartó de la puerta al volver a oír la voz de Kei y se dio la vuelta para mirarla.

—Estoy bien —aseguró, apretando su espalda contra el lavabo, sin apartar la mirada de la puerta cerrada.

Estaba mucho mejor. Ni siquiera recordaba cómo habían salido de la casa de Alexander. De hecho, desde que había apretado el gatillo aquel día, todo a su alrededor tenía un nublado color negro, pero ya no sentía ningún deseo de acabar con su vida. No iba a volver a intentarlo...

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora