Capitulo 35

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Ya ni siquiera sabía en qué momento aquella escena había empezado a resultar tan normal. Rykou en la puerta del salón, serio, implacable, una figura inmóvil que parecía perderse entre el resto de los muebles de la casa. Sasha jugando a las cartas con Yami o Isi, algunas veces con Kei y Nathan, siempre y cuando los dos primos no hubieran continuado su partida de Shogi, algo que Nathan había demostrado ser increíblemente bueno, un rival digno para Kei después de que el chico rubio hubiera obligado a jugar a Rykou y que éste hubiera perdido fácilmente y muy rápido varias partidas sin conseguir concentrarse y que Kei lo hubiera mandado de regreso a su taciturno rincón de la casa, decidiendo enseñar a su primo a jugar, algo por lo que no había mostrado mucho interés hasta que la enfermiza necesidad por no perder había terminado en una partida interminable.

Jessica también aparecía todos los días haciendo que Julian se hubiera acostumbrado también a su presencia, demandante, chillona, dejando escapar algún que otro comentario seductor hacia Kevin y Nathan, siempre siendo bloqueada por Eila que pese a que parecía saltar a los ojos de la otra chica se llevaban increíblemente bien, incluso hacia Kei o Rykou que como los otros dos, no le prestaban demasiada atención, unicamente Isi que se levantaba inmediatamente de donde estuviera tirado, incluso en medio de una partida para ganarse la mejor mueca de disgusto de la chica, algo que misteriosamente parecía cautivar a Isi, cada vez más encaprichado con ella, siguiéndola como un cachorro.

—¿Aún no ha vuelto Eila? —preguntó Jessica pasando al interior nada más Julian fue a abrir la puerta, pasando de largo tras echarle un rápido vistazo. Julian se limitó a cerrar la puerta tras ella, mirando los dos coches negros aparcados frente a la casa con los cristales tintados donde seguramente alguno de los hombres de Kei seguiría dentro mientras otros vigilaban el perímetro, y arrastró el aspirador, dejándolo en un rincón del salón donde estaban todos reunidos.

Desde nochebuena prácticamente habían dormido allí todas las noches, terminando de rehabilitar el ático ya vacío y pintado y se habían limitado a comprar una cama ante el silencio de Kevin que dos días antes de año nuevo había aparecido dando instrucciones para que todos colaborasen con las tareas de la casa. Kei lo había mirado como si se hubiera vuelto loco pero Kevin se la había sostenido impasible. Al final todos habían terminado limpiando, barriendo, pasando el aspirador, haciendo la colada y planchando. Kei se había limitado a cocinar solo cuando le apetecía hacerlo, demostrando ser un cocinero excepcional.

—¡Jessica! —saludó Isi intentando ponerse de pie sin que Sasha se lo permitiera aplastándole con la rodilla en la espalda mientras lo inmovilizaba con un brazo—. Ahora mismo estaba pensando en ti.

Jessica le dedicó una furibunda mirada, desviando la cabeza como si no existiera y Julian vio como el japonés sonreía estúpidamente, soltando un grito de dolor cuando el ruso le dobló aún más el brazo.

—¡Eh, Eh, me rindo, me rindo!

—¿Eila sigue en el instituto?

Kevin se acercó desde el jardín, mirando a Jessica antes de desviar la cabeza hacia los dos primos que seguían sumergidos en la partida.

—Sigue en clase —dijo Julian tímidamente haciendo que Jessica hiciera un mueca cuando Isi se puso en pie, poniéndose tras de él para evitar que pudiera acercarse a ella.

—¿En serio?

—Oye, oye —Isi lo señaló con el dedo y Julian lo miró sin comprender—. Tío, mantén las manos quietas, ¿quieres?

Julian lo miró sorprendido, parpadeando mientras comprendía las palabras del japonés que lo miraba con el ceño fruncido mientras Jessica seguía manteniendo las distancias sin moverse de su espalda, muy pegada a él y Julian se sonrojó, intentando alejarse de ella que había sacado su móvil y había empezado a escribir algo, agarrándolo del brazo alarmada para que no se moviera y Julian miró a Kei que también miraba la escena con un brillo divertido en los ojos.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora