Capitulo 45

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Kevin se mantuvo de pie, frente al televisor, con los brazos cruzados y tratando desesperadamente de no perder la calma pese a que le resultaba increíblemente difícil con sus dos hermanos sentados en el suelo llamando a la niña que solo los miraba de lejos, sin moverse, fuertemente agarrada con sus dos brazos a la pierna derecha de Nathan, posiblemente sin notar su mirada incómoda y la actitud de alguien que se está pensando si empezar a sacudir el pie para espantar un bicho que se ha posado en sus pantalones.

Dimitri y Rykou se mantenían en la puerta del salón con una actitud que resultaba amenazante. Sasha y Yami cerca de la ventana no mostraban ninguna emoción, mucho más relajados que los otros dos pero igual de tiesos, analizando la situación y alertas como siempre que aparecía un desconocido. Solo Isi se arrastraba por el suelo, de rodillas junto a Jack y Eila tratando de llamar la atención de Liz que parecía más adulta que cualquiera de ellos tres. Jessica, que había aparecido un minuto después y quién había sugerido a Eila que se callara y escuchara antes de ponerse histérica, asegurando que fuera hija de quién fuera, su oferta de hacer de canguro no entraba a niños que hubiera que cambiar pañales y quién sugirió que entraran a la casa a hablar esos temas importantes lejos de los oídos de los vecinos, se había mantenido de morros apoyada en la pared cerca de Dimitri, con los brazos cruzados alrededor del pecho y manteniendo las distancias con la niña.

Julian mantenía una expresión espantada, mirando a Liz aún más incómodo que Nathan, de pie en el otro extremo del salón, detrás del sofá. Kei había decidido permanecer a su lado prudentemente aunque parecía divertido con la escena que presentaba su primo, sentado cerca de Bianca Donowell que curiosamente parecía la más relajada y natural de todos los presentes.

Kevin se limitaba a desear salir corriendo, de alguna manera imaginando lo que había ocurrido para terminar con esa mujer apareciendo en su casa con Liz.

—Una casa muy acogedora —rompió el silencio la mujer, mirando a su alrededor sin mucho interés—. Y una familia más numerosa de lo esperado —añadió como por casualidad, levantando finalmente la cabeza para mirarlo.

—Mi hermano y Nathan son novios —informó Eila también como por casualidad y Bianca sonrió, mostrando una sugerente sonrisa antes de desviar la mirada hacia la niña que seguía intentando despegar a Liz del pie de Nathan pero lo único qué consiguió fue que la niña arrugara el ceño sin llegar a ponerse a llorar pero aferró con más fuerza los pequeños brazos alrededor del ruso, sin moverse.

—Marcando territorio —escuchó murmurar a Bianca antes de volver a mirarlo a él—. Tú hermana, supongo.

—¿Qué es lo que ha ocurrido, señora Donowell? ¿Por qué está esa niña contigo?

Bianca Donowell se encogió de hombros.

—Apareció una mujer con ella de la mano a la recepción del hall desesperada por entrar. Preguntaba por un hombre joven, alto, guapo, de cabello y ojos castaños y mirada intimidante que parecía una buena persona. Y es simple. Si sumamos dos y dos, la única persona que encaja en esa descripción en nuestro edificio eres tú. La mujer me dio una nota y a la niña y salió corriendo. Así que me las arreglé para acceder a tu ficha, ver tu dirección y aquí me tienes. No sé de qué conoces a esa mujer y de qué manera te has visto implicado pero honestamente diría que abandonar a esa niña, es lo más humano que esa mujer podía hacer por su hija.

Y no lo dudaba. Si de verdad esa mujer había decidido abandonar a su hija y no arrastrarla inevitablemente al infierno en el que ella había decidido que no podía salir, era el acto de amor más grande que esa niña había recibido pero eso no significaba que podía dejar a un niño en la puerta de una casa, llamar al timbre y salir corriendo. Las cosas no funcionaban de esa manera.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora