Capitulo 9

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Subió las escaleras de dos en dos y tras pasar por delante de su habitación, fue directamente al fondo, deteniéndose frente a la puerta de la habitación de Nathan y llamó una sola vez, demasiado impaciente como para esperar a que escuchara sus llamadas y sin importarle estar invadiendo su intimidad, giró el manillar, abriendo la puerta y traspasándola.

El interior era muy parecido al suyo, igual de sobrio a la espera de que alguien le diera ese toque personal que su habitación nunca tendría. Revisó la estancia con la cama sin deshacer y las ventanas abiertas dejando que una fresca brisa revolviera las largas cortinas blancas. Sus ojos repararon en el equipaje prácticamente sin deshacer pero con una bolsa abierta que había dejado sobre el sillón al lado del armario. Por el desorden que había dentro imaginaba que Nathan había estado rebuscando algo. Sobre la cama descansaban las inyecciones de morfina que le facilitaban los mismos médicos que atendían a Oshi.

Sin demasiado interés desvió la mirada hacia la puerta cerrada del cuarto de baño y sin pensarlo salvó los cuatro pasos que lo separaban y la abrió, clavando los ojos en los largos mechones de cabello rubio que caían fuera de la gran bañera.

El cuerpo de Nathan estaba prácticamente sumergido en el agua que llenaba casi por completo la bañera y el tímido vapor que salía de ella le sugería que la temperatura era más alta de lo que él hubiera soportado. Dio un paso hacia él, arrugando en el puño el sobre que Kei le había dado y que aún no había abierto. Cuando se detuvo a su lado, Nathan ladeó la cabeza para lanzarle una mirada divertida con una insufrible sonrisilla burlona en los labios.

—Perro indisciplinado —rió en un susurro cerrando de nuevo los ojos mientras giraba el cuello apartando la atención de él.

Kevin lo miró furioso. Tal vez lo que más le molestaba era esa tranquila disposición a mostrarse vulnerable pese a saber que era un asesino. Con su actitud le daba a entender que no lo consideraba un rival y que no le daba miedo y aunque en otras circunstancias le daría igual, la pesada carga de la presencia de aquel hombre durante todos esos meses le había hecho replantearse muchas cosas. Demasiadas. Y ninguna buena.

Una mueca en la expresión relajada de Nathan, apenas perceptible, hizo que Kevin bajara la mirada hasta el agua de la bañera. El jabón le daba una apariencia opaca y turbia pero el color ligeramente púrpura que teñía parte de la zona más cercana a donde él se encontraba le sugería que alguna de sus heridas sangraba y Kevin imaginaba cual. Volvió a levantar la mirada hacia su rostro.

—¿Quién te ha dado el derecho a decirle a Kei que me quería ir? —demandó con un tono que rallaba la rabia.

Nathan volvió a sonreír y abrió los ojos, desviando la mirada hacia él sin girarse.

—Con un gracias me vale.

—¿Qué es lo que pretendes? —insistió sin pretender que la conversación finalizara de esa manera. Necesitaba saber qué era lo que pretendía aunque imaginaba que no lograría la verdad en sus palabras pero por más vueltas que le daba no lograba imaginar qué era lo que pretendía conseguir mandándolo lejos de allí. ¿Simplemente perderlo de vista? Algo así no le importaba. Entrecerró los ojos sin apartarlos de la mirada azul de aquel hombre que seguía observándolo sin cambiar la postura.

—¿Ayudar?

—¿Te burlas?

—¿Crees que lo hago?

—No eres tan buena persona como para suponer que no hay ningún interés tras cualquiera de tus palabras.

Nathan bufó sin borrar la sonrisa aunque sí desvió la mirada, hundiéndola en el agua que cubría su cuerpo.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora