Capitulo 12

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—Julian.

La voz de Kei sonó demasiado suave, increíblemente tranquila y a Julian se le antojó sedante, tal vez porque no intentó girarse, porque le concedió ese instante, pero apretó con más fuerza los dedos en la camiseta, deseando que ese momento no terminara nunca.

—Déjame... —pidió con voz ronca y débil—, déjame un poco más.

Hasta él notaba la suplica impresa en sus palabras, en el tono que las decía y la manera que le temblaba la voz al hablar, algo que no ayudaba con los pequeños espasmos en todo el cuerpo y que sabía que Kei tenía que notarlo. Se humedeció los labios e intentó tragar saliva pero le resultó imposible.

—No puedo mirarte a la cara —admitió apagando una voz ya débil de por sí—, me siento tan mal... tan culpable de lo que hice... —No sólo le había disparado sino que le había destruido de varias maneras, herido tal vez de todas las maneras que podían hacerle daño, de todas las que eran posible—. No quiero... no quiero separarme de ti —suplicó sabiendo que una vez más estaba siendo egoísta—, por favor...

Kei se movió en la cama, sobresaltándole cuando lo vio girarse y Julian se apartó rápidamente, retrocediendo asustado aunque no reaccionó lo suficiente rápido para que Kei no pudiera alcanzar su brazo y tiró de él antes de que llegara a caerse de la cama y lo empujó hacia su cuerpo, pasando la mano detrás de su cuello y apretó su cabeza sobre el pecho del chico rubio, rodeándole con un brazo.

—Así tampoco tienes que mirarme a la cara —susurró Kei haciendo que Julian contuviera la respiración y de nuevo las lágrimas se acumularan en los ojos.

Durante unos minutos no fue capaz de decir nada. No quería que Kei le viera llorar de nuevo, había demasiadas cosas que no quería pero más que antes ahora se sentía más débil e inútil que nunca.

—Estoy... bien —murmuró aún más bajo que antes y mucho más ronco, con las manos aún inertes, suspendidas en el aire sin apoyarlas en ninguna parte, sin saber muy bien que hacer con ellas—, sólo... —se le trabó la voz y enmudeció de golpe.

—Mientes fatal —soltó Kei con un suspiro—. ¿Ha pasado algo? ¿Te ha dicho algo Nathan?

Julian sacudió la cabeza, moviéndola en el pecho de Kei.

—No.

—¿Es por Kevin? Si lo piensas...

—No es por él —le interrumpió más bruscamente de lo que había pretendido— Sólo... de verdad... hay cosas que no puedo hacer... de verdad...

—Ya lo hemos hablado antes, no tienes por qué forzarte. Dije...

—Pero hay otras cosas que sí puedo hacer —volvió a interrumpirle, soltando la frase precipitadamente, haciendo callar a Kei—. Es verdad que hay cosas que no puedo hacer —demasiadas tal vez—, pero hay otras que sí... como ahora. Déjame intentarlo —pidió—. Sé que puedo superarlo.

—Claro que puedes —aceptó Kei suavemente haciéndole tener la sensación de estar hablando con un neurótico que no sabía lo que decía—, tómate el tiempo que necesites.

—No... —Julian susurró de nuevo, notando como se le entumecía el brazo de la extraña postura que tenía levantado sobre el cuerpo de Kei. ¿por qué era tan difícil explicar lo que quería decir? ¿Por qué no podía entenderlo Kei? Tomó aire y dejó caer despacio el brazo alrededor de la cintura del chico rubio, apretando los dedos de nuevo en su camiseta—. Ayúdame —suplicó—. Por favor...

Por un momento, Julian creyó que Kei no le respondería y estrujó los dedos en la camiseta del chico rubio, aspirando el olor a jabón que salía de su cuerpo. Si tan sólo pudiera quedarse así para siempre.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora