Capitulo 22

4.9K 487 626
                                    

Si en algún momento Kevin había pensado que su nueva vida era difícil, ahora era directamente un infierno.

En los veinte días que Nathan llevaba viviendo con ellos, Kevin había dormido muy poco, en el sofá desde que él había ocupado su habitación y evitando que Eila descubriera que no compartían la habitación; sus hermanos se pasaban todo el tiempo que estaban en casa enganchados a él, haciendo preguntas donde el ruso mentía mucho y actuaba más. Kevin había dejado de tratar de razonar, de explicar que no eran pareja, que por no ser no eran ni amigos y había terminado volviendo a su silencio taciturno, manteniéndose al margen y soportando la actitud de Nathan.

Incluso había sopesado la idea de huir con sus hermanos en alguno de los momentos que los llevaba a clase o volvía a recogerlos, cuando iban al supermercado... pero en el momento de plantear la idea, Eila y Jack lo habían mirado como si se hubiera vuelto loco y Eila había empezado con su alarmante repertorio sobre lo mala persona que era, que Nathan lo quería mucho y no se merecía eso... Kevin también había desechado esa idea.

Al final se había dejado arrastrar por la corriente. Tal vez guiado con el acuerdo al que había llegado con Nathan el mismo día que llegó. Nathan le había prometido que si tenía que matar a alguien de esa casa, sería a él, dejándole, divertido, la alternativa de perderlo directamente de vista si salía y le contaba a sus adorables hermanitos a qué se había dedicado todos esos años y lo que había hecho con él.

—Díselo —Había dicho—. Todo. Y no volverás a verme en tu vida. ¿No crees que es lo mínimo por lo que me hiciste? Estoy siendo generoso.

No lo había dicho, por supuesto, y eso le conducía a la situación en la que se encontraba.

Al menos las horas en la que los niños estaban en el colegio, Nathan se pasaba la mayor parte del tiempo en el jardín trasero, sin importarle lo dejado que estaba, sentado en una silla que había arrastrado desde la cocina, con los ojos cerrados o la mirada perdida en algún punto, con los pensamientos muy lejos de allí.

Kevin suspiró y miró con cierta impaciencia al grupo de niños de edades más parecidas a la de Eila que estaban sentados alrededor de la mesa del comedor, no sin antes lanzar una mirada a Nathan a quien Eila había conseguido arrastrar hasta allí y más sorprendentemente, hacer que se sentara con ellos para ayudar a organizar la fiesta de cumpleaños de Jack que parecía tan entusiasmado con la idea de una celebración como Nathan o él mismo.

Sabía que no eran amigos de Jack. Hasta donde sabía, su hermano pequeño no tenía amigos pero no conseguía entender como su hermana había conseguido juntar ese variopinto grupo de niños y niñas que ni siquiera trataban de hablar con Jack. Increíblemente todos parecían mucho más interesados en el ruso que en cualquier otra cosa.

—¿Cuándo termina esta tontería? —murmuró Nathan, haciendo una mueca a Eila cuando lo miró, levantando una mano.

—¿Qué ocurre? —siseó Kevin sin dejar de mirar a los niños, con la espalda apoyada en el respaldo de la silla sin participar en la organización—. ¿Ganas de tu próximo chute?

Nathan rió sin ninguna emoción.

—Tranquilo —dijo con una afilada despreocupación—. No voy a darte la oportunidad de volver a encadenarme.

Kevin no respondió a eso. Estaba cansado de ignorar los juegos de aquel hombre. Incluso había sopesado la opción de pedir disculpas esperando que las aceptase y se largara. Aún no lo había hecho.

—¿Qué globos utilizamos?

Kevin levantó la mirada hacia su hermana que señalaba varios grupos de globos a los seis niños que no la prestaban demasiada atención.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Where stories live. Discover now