Capitulo 20

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Julian deslizó la mano por toda la barandilla mientras bajaba despacio las escaleras, mirando hacia la habitación cerrada donde permanecía Oshi, pálido e inerte.

Hacía días que había visto varios médicos nuevos, una doctora que parecía tener cierta familiaridad con Kei, quien parecía haber tomado el control médico y pasaba largos períodos de tiempo junto al chico rubio y dos medico que habían trabajado bajo su supervisión.

Julian sólo los había visto trabajar desde lejos, sin atreverse a entrar, sin muchas ganas de tratar con la mujer y con miedo a que su presencia pudiera significar la decisión final del estado de su amigo.

Desde que la doctora había llegado no había vuelto a ver a Rykou y si esa ausencia le había aterrado, poniéndole en el peor de los escenarios, el repentino silencio de Nathan le ponía la piel de gallina.

Había decidido permanecer prácticamente recluido en su habitación para no tener que enfrentarse a él, quien había demandado a su primo que le dijera donde estaba Kevin, quien se había negado con toda la calma posible, con una expresión agotada y una mayor sombra de culpabilidad en la mirada que le dirigía a Nathan y que había desgarrado completamente a Julian, tal vez comprendiendo que la forma que había dirigido la situación una vez se enteró de lo que Kevin había hecho no había sido lo mejor. En todo ese tiempo que había tenido para reflexionar se había dado cuenta de que se había limitado a disculpar y justificar a Kevin solo porque era su amigo, porque Nathan no le caía bien y le había dado igual el sufrimiento de éste con tal de que su amigo no tuviera que enfrentarse a la ira de Kei y al final sólo había conseguido crearle más dolor al chico rubio, obligándolo a decidir entre él y su bienestar o Nathan, por quien —por mucho que le molestara— sentía un profundo cariño y se sentía fuertemente en deuda con él, atados por un enfermizo vínculo que los había destrozado a los dos.

No había sido capaz de volver a enfrentar a Kei y éste tampoco lo había vuelto a buscar, dejándolo sólo, dándole un espacio relativo que ya no deseaba y a medida que pasaban los días no veía la forma de detenerse frente a él; al menos disculparse por lo ocurrido...

Se mordió el labio con fuerza, reabriendo una de las heridas que se había ido haciendo inconscientemente al presionar demasiado los dientes en la carne.

Posiblemente Kei no quería escuchar una disculpa. Julian bajó lentamente la mirada hacia sus pies, agobiado, desesperado por encontrar algo para decirle, por romper el frío distanciamiento, algo para que fuera capaz de perdonarlo.

Se detuvo bruscamente al llegar a las últimas escaleras cuando la puerta de la habitación de Oshi se abrió de golpe y contuvo un instante la respiración, viendo con alivio que era Isi quien salía del cuarto y se detuvo al verlo.

—Eh, Julian —sonrió.

Julian asintió con la cabeza a modo de saludo, sin apartar la mirada de la puerta que se cerraba y respiró despacio antes de girar el cuello hacia el japonés.

—¿Qué tal está...?

—¿Oshi?

No había ninguna necesidad de esa pregunta y tampoco que él asintiera con la cabeza, despacio, como si realmente fuera importante aclararlo.

—¿Cómo está? —insistió.

—Estable —Isi puso los ojos en blanco—. Ya me entiendes. Me refiero a menos ataques. La nueva medicación le está sentando mejor —Julian volvió a asentir con la cabeza, sin desviar la mirada de la puerta—, ¿quieres verlo?

Julian apartó la mirada bruscamente y miró a Isi espantado.

—No...

—Claro, como quieras —Isi movió una mano para restarle importancia al asunto—, pero había algo que quería preguntarte... —Julian lo miró con interés, curioso por la intriga del japonés, bajando el tono de voz y mirando a su alrededor como si pretendiera hacer una confidencia—, ¿qué se sintió?

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora