Capitulo 36

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Julian mantuvo la mirada fija en sus zapatillas, negándose a levantar la mirada o responder al chico rubio, ni siquiera se movió cuando empezó a ahogarse por la fuerte presión que se respiraba en el aire, la rigidez de todos los dedos de las manos a escasos milímetros de rozar sus pantalones pero incapaz de hacer ese ínfimo esfuerzo y poder aliviar el dolor de las articulaciones.

—Julian.

Julian contuvo ruidosamente la respiración y dio un bote cuando volvió a escuchar su nombre, sobresaltándose y se aventuró a mirar a Kei de refilón.

Seguía en la misma silla donde había estado jugando con Nathan, con la cabeza ladeada, observándole con una sonrisa y manteniendo la cabeza apoyada en la mano. Varias fichas del tablero se habían movido en algún momento de la intromisión de los amigos de Eila aunque no parecía que ninguno de los dos hubiera tenido mucho interés en volver a colocarlas en el lugar donde habían estado, posiblemente porque sabían que no retomarían esa partida y no volverían a jugar una en un tiempo.

—Su...subiré a la habitación —consiguió decir después de acordarse que debía seguir respirando y tomar aire varias veces, dándose despacio la vuelta hacia la puerta.

—Ni se te ocurra salir por esa puerta, Julian.

Julian se detuvo de golpe ante las palabras del chico rubio, dándose cuenta que lo había hecho y levantó la cabeza bruscamente, lanzándole una airada mirada a Kei cargada de reproche.

—¡Hiciste que me fuera! —soltó atropelladamente consiguiendo que Kei asintiera con la cabeza, sin variar la expresión.

—A buscar a unos niños —respondió Kei con calma.

Julian recordó lo que había sentido cuando salió del taxi y se obligó a dar un paso tras otro para conseguir llegar a donde Eila y Jack esperaban todos los días.

—Pero no quería ir —dijo sin conseguir dar la suficiente fuerza a su voz para resultar enfadado.

—Nadie te obligó a que fueras.

Julian abrió mucho los ojos, despegando una vez más los labios para decir algo, cualquier cosa que por una vez hiciera el mismo daño que las acciones de Kei, sus palabras, le hacían a él pero no consiguió pensar en algo así, recordándose con amargura que no hacía falta decir nada, que ya él con sus acciones habían hecho un daño irreparable a Kei. Desvió la mirada, inclinando de nuevo la cabeza mientras encorvaba la espalda.

Tal vez Kei tenía razón. Si ese hombre quería que hiciera algo se limitaba a obligarlo a que lo hiciera o mandaba a uno de sus hombres que acatara su orden, ya fuera llevándolo al instituto o rebanándole un brazo. Ninguno de ellos dudaría en obedecer una orden directa de Kei pero sin duda no hubiera dicho a una chica que no tenía mucho que ver con ese mundo que lo llevara con ella en un taxi. Nadie lo hubiera metido a la fuerza en el coche si él se hubiera negado a montar.

—Sabías que no quería ir —murmuró en un hilo de voz.

—Sí, era evidente —afirmó Kei haciendo que Julian apretara los labios sin levantar la mirada de nuevo—. Por ti te quedarías sentado en el suelo alrededor de mis piernas.

Julian sintió un espasmo de angustia y levantó de nuevo la cabeza para enfrentar a Kei, enfadado por su comentario pero vaciló cuando vio el brillo en la oscuridad de su mirada, borrando lentamente la sonrisa.

—Eso no... —¿...Era verdad?

—Ven aquí.

—No.

Julian desvió bruscamente la mirada, notando como resonaban en su cabeza los fuertes latidos del corazón y trataba desesperado de humedecer los labios, sintiendo la boca demasiado seca.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora