Capitulo 11

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Julian subió rápidamente a su habitación, secándose las lagrimas con la manga del jersey, incapaz de girar la cabeza a la puerta cerrada donde se encontraba Oshi y estuvo a punto de esconderse cuando vio abrirse una de las puertas del otro lado del pasillo, seguro que había entendido que había sido asignada a Nathan pero se detuvo sorprendido cuando vio a Kevin salir de la habitación y esperó a que su amigo lo viera para dar unos pasos hacia él.

—¿No es esa la habitación de Nathan?

Kevin cerró la puerta y se giró completamente hacia él.

—Lo es —apoyó una mano sobre su hombro tras unos segundos de pausa y tiró suavemente de él—. Vámonos.

Julian lo miró de reojo. ¿Desde cuándo esos dos eran tan cercanos como para que Kevin entrara y saliera de esa habitación como si nada? El recuerdo de lo sucedido en el avión hizo que girara disimuladamente la cabeza hacia la puerta cerrada de la habitación del primo de Kei, preocupado.

—Entonces... —murmuró Julian apartando con esfuerzo la mirada de la puerta y orgulloso de que no le temblase la voz— te vas...

Inclinó la cabeza, sintiendo como al final se le trababa la voz, repitiéndose una y otra vez que podía dejarlo ir con una sonrisa, desearle una vida feliz... Apretó la tela del pantalón con toda la fuerza que se lo permitió el temblor de los dedos y se mordió con fuerza los labios hasta sentir dolor, ¿por qué tenía que doler tanto alegrarse por un amigo?

—Era algo que si no moría terminaría sucediendo tarde o temprano, Julian, lo entiendes, ¿verdad?

Julian asintió con la cabeza, despacio, antes de sacudir la cabeza egoistamente.

—Kei me ha dicho que no tengo que ser egoísta.

—Siempre ha sido duro contigo pero nunca te importó realmente —Kevin suspiró—. Debo irme, Julian.

Julian despegó los labios sintiendo como le temblaba la barbilla. Tenía la boca seca y estaba seguro de que no le saldría la voz.

—Lo sé... —murmuró—. Te echaré de menos y... —ahogó un sollozo—. No habrá nadie que me escuche. Posiblemente pienses que soy un pesado pero he dependido tanto de ti...

Se calló bruscamente, volviendo a morderse el labio hasta sentir el sabor amargo de la sangre, seguro de que más tarde Kei se enfadaría, cuando escuchó a Kevin moverse y casi dio un respingo cuando sintió su mano en su hombro.

—Es el momento de pasar el testigo a Kei, Julian. Recurre a él cuando necesites hablar...

Julian sacudió la cabeza, espantado.

—No puedo...

—Y esta vez cuando lo necesites, aférrate a él, es el momento de que te apoyes en él, si no puedes rápidamente, hazlo poco a poco, es el momento de que seas capaz de poner tus pensamientos en orden, te enfrentes a ti mismo y recuperes tu vida. Aún tienes un asunto pendiente con tu familia —Julian dejó escapar un extraño sonido de su garganta. No era un tema que quería enfrentar todavía, ni siquiera se sentía capaz de enfrentarlo en algún momento— y cuando puedas conseguir las suficientes fuerzas para ayudarte a ti mismo, conviértete en un apoyo real para Kei.

Julian abrió mucho los ojos, conmocionado y levantó bruscamente la mirada, borrosa por la humedad de sus ojos, luchando por no volver a llorar.

—¿Qué...?

Kevin lo miraba muy serio y Julian notó como los dedos de su amigo se aferraba con fuerza en su hombro.

—No sólo eres tú quien puede necesitar a alguien para hablar cuando te sientas perdido, un hombro donde llorar cuando sientas dolor o un lugar donde refugiarte cuando lo veas todo oscuro. Kei, aunque parezca fuerte, aunque sea fuerte, también siente dolor, también se siente herido, perdido en algún momento y muchas veces necesitaría un abrazo en algún momento de alguien que le hiciera ver que no está solo. ¿No era ese lugar el que querías ocupar?

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora