Capitulo 13

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Los fríos y oscuros ojos de Kei estaban clavados en él y Julian notó como se desmoronaba, abriendo mucho los ojos, recordando con una punzada el momento que había disparado mirando directamente a aquellos ojos. Aún podía sentir el sudor que se mezclaba con el frío del metal antes de apretar el gatillo, la idea de hacerlo para acabar con su vida. Dejó escapar un sonido extraño de su garganta y desvió la cabeza traspirando, apretando la mano en el pecho sin recordar cuando la había llevado allí y dio un paso hacia atrás, chocando contra el lavabo.

—Sal —ordenó Kei, dando el único paso que necesitó para agarrarlo del brazo y tirar de él, sacándolo fuera del cuarto de baño.

Julian caminó a trompicones, prácticamente dejando que Kei lo arrastrara fuera de la habitación y lo guiara por las escaleras mientras poco a poco comenzaba a recuperarse y comprendía la situación en la que se encontraba. Levantó la cabeza, despegando la mirada de la larga alfombra que cubría todo el hall y la clavó en la espalda de Kei con otro tipo de nudo en el estómago.

—Kei —llamó demasiado bajo, intentando soltar el brazo—. No he hecho nada. De verdad que no...

Intentó soltarse de nuevo pero los dedos de la mano de Kei se cerraron con más fuerza alrededor de su brazo y Julian hizo una mueca de dolor.

—¡Kei!

Julian ignoró todas las miradas que le lanzaron, desesperado por hacer que Kei lo escuchara, viendo como todo lo que había conseguido, todo lo que había avanzado para acercarse un poco más a él se desplomaba de una manera irreal. Intentó un último esfuerzo por soltarse al llegar al final de las escaleras al ver como el chico rubio caminaba directamente hacia la habitación de Oshi, haciendo a Rykou a un lado y lo empujaba dentro, haciendo que los médicos y el personal se girara para mirarlos, sorprendidos.

—¿Qué...?

—Encargaros de curarlo.

Julian apartó la mirada del cuerpo de Oshi sin que realmente pudiera verle la cara por todos los tubos que salían de su boca y nariz y levantó la mirada dolido hasta la cabeza de Kei, apretando los dientes con fuerza para evitar que las lágrimas escaparan traicioneras.

—No... —respiró con fuerza y tiró con fuerza del brazo, liberándose tan bruscamente que retrocedió por el impacto, golpeando una de las máquinas de la habitación y Julian se giró asustado, temiendo haber estropeado alguno de los tantos aparatos que mantenían con vida a Oshi y sólo dejó que las lágrimas se acumularan en los ojos, aliviado de comprobar que esa, al menos no estaba conectada al cuerpo de su amigo y se giró lentamente hacia Kei y todos los que lo miraban entre la sorpresa y la confusión—. ¡No estoy herido! —gritó agradeciendo que las lagrimas lo dejaran todo borroso y no pudiera ver nada con claridad—. ¡No he hecho nada! ¿Por qué no puedes creerme?

Su respiración comenzaba a agitarse e hizo una mueca, sabiendo claramente lo que vendría a continuación.

—¿Señor?

Julian apretó los dientes. No sabía qué hacer para que le creyera. ¿Tan difícil era creerlo a estas alturas? Sólo había sido un pequeño descuido, ni siquiera se había dado cuenta que se mordía el labio hasta ese punto pero no había intentado herirse... No, ya no tenía esa necesidad, al menos no era algo tan urgente como la necesidad de respirar para poder seguir viviendo.

—Kei... —suplicó dando un paso al frente—, por favor...

—Si quiere podemos ponerle algo de medicación para calmarlo.

Julian respiró ruidosamente al escuchar al médico y giró la cabeza espantado hacia el hombre que agarró una pequeña botella de cristal y pidió a uno de los enfermeros que le pasara una jeringuilla. Sacudió la cabeza horrorizado y miró de nuevo a Kei, evitando alcanzar sus ojos, intentando calmarse, intentando secarse las lágrimas con las mangas y se llevó una mano al oído, notando como los temblores se volvían cada vez más intensos.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora