Capitulo 41

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Kevin estacionó el coche a pocos metros de distancia de la fachada principal de la casa. Detuvo el motor y apagó las luces. El exterior estaba débilmente iluminado y las luces que salían de las ventanas de las casas contiguas hacían que la calle tuviera un aspecto menos fantasmal que a altas horas de la madrugada. Despacio giró el cuello hacia la ventada al lado de la puerta de entrada de su casa. Podían oírse las voces del interior y a Kevin le resultaba fácil reconocerlas y de alguna manera, sorprendentemente sedantes.

Hasta ese momento jamás había creído que pudiera llegar a acostumbrarse a la convivencia con Nathan y los hombres del líder Kazahara de una manera tan natural junto a sus hermanos. Y en parte que le resultara tranquilizador. También eso lo consideraba preocupante pero era un hecho que había decidido apartar a un lado si planeaba seguir adelante con aquella extraña relación que tenía con el ruso.

Sus ojos se desviaron aún más lentamente hacia el asiento de al lado, recordando un momento hacía apenas unos días, poco más de una semana donde Nathan había permanecido a su lado solo con la intención de consolarlo, de dejarlo compartir las tinieblas de su pasado y esos dolorosos recuerdos. Había sido el último momento donde había conseguido estar a solas con él, esos instantes antes de que la puerta se abriera y Jack saliera en su busca protestando por la cena que Sasha había preparado y negándose a cenar aquella noche.

Hasta ese momento, Kevin nunca había pensado lo difícil que era estar a solas con alguien conviviendo en la misma casa, tal vez demasiado familiarizado ya a las mansiones en las que había convivido con Kei Kazahara, lugares en los que era tan fácil perderse y encontrar ese lugar de intimidad si se deseaba, ese tipo de lugar en el que había podido retener a un hombre contra su voluntad sin que nadie se diera cuenta de su ausencia, que comprender que era imposible pasar un tiempo con Nathan sin verse obligado a programarlo, a tener que hablar con él para planear una conversación intima fuera seguramente de aquella casa, le resultaba irrisorio, aunque posiblemente se le atragantaba más la idea de que ninguno de los dos había cedido a buscarse a esas horas de la noche donde seguramente sí podrían encontrar esos instantes para ellos. La idea de subir al dormitorio y abrir la puerta donde Nathan dormía le resultaba igual de tentadora que peligrosa. ¿Podía confiar en él? ¿De verdad podía permitirse mostrarse vulnerable, bajar la guardia y ceder ante un hombre que no hacía mucho había jurado que lo mataría?

—¿De verdad puedo confiar en ti, Nathan?

Se llevó una mano a la parte de atrás del cuello y lo movió notando la tensión de los músculos. ¿Nathan confiaría en él?

—Joder —musitó, apartando bruscamente la mano del cuello y abrió la puerta con un fuerte malestar en la boca del estómago.

Su relación volvía a estar en ese mismo punto muerto por culpa de esas inseguridades, de unos miedos que estaban lejos de ser infundados, de una confianza que necesitaban y que parecía imposible que en algún momento pudieran superar. Había tantos motivos para no seguir con aquello que parecía absurdo que se encontrara tan desesperado por alcanzar el lugar donde el verdadero Nathan se encontraba, entrar en ese lugar donde hasta ahora solo había sitio para Kei.

—¿Sabes que Kei y los demás regresan el lunes? —le saludó Jack interceptándolo en la puerta nada más escuchó el sonido de las llaves.

Kevin hizo una mueca, no muy seguro de como enfocar esa noticia en ese momento cuando podía notar como arrastraba más profundamente sus inquietos sentimientos.

—¿En serio? —se obligó a responder al niño entrando finalmente en el vestíbulo y cerró la puerta a su espalda antes de agarrar la mochila que seguía tirada a un lado cerca de la puerta del salón y se la tendía a su hermano—. ¿Qué te tengo dicho de la mochila? ¿Has hecho los deberes?

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Where stories live. Discover now