Capitulo 6

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Kevin miró a Nathan con un sudor frío recorriendo su nuca pero agradecido de que nada de lo que sentía se mostrara ante la sardónica expresión del ruso. Sentía la boca seca y un ligero temblor de rabia en las manos fuertemente pegadas a los costados. Hacía tiempo que había dejado esa vida, había cambiado la venta de su cuerpo por la venta de la vida de personas y aunque no tenía muy claro qué había lacerado más su alma, Kevin no tenía ninguna intención de regresar a aquella vida. No planeaba volver a prostituirse.

—¿Qué es lo que pretendes? —preguntó fríamente, devolviéndole la mirada sin vacilar.

—¿Sexo? —Nathan se encogió de hombros, cerrando los ojos ese instante que tardó en levantar y bajar los hombros sin borrar la sonrisa burlona de los labios—. ¿qué podría querer de alguien que vende su cuerpo? Tan sólo pago por lo que vendes. ¿No es un trato justo? Vamos, dime, ¿cuánto cuestan tus servicios? Imagino que tendrás una tarifa...

Kevin lo miró controlando mal la rabia. Sabía que aquello era innecesario. Se lo había demostrado una vez más con el asunto de sus hermanos, sabía que no debía tomárselo en serio, que lo único que pretendía era burlarse de él pero cada vez le costaba más calmarse cuando lo tenía delante y posiblemente eso era lo único que aquel hombre pretendía: alterarlo, profanar el control y la serenidad que con tanto esfuerzo había conseguido templar. Respiró profundamente, separando los brazos de los costados para aliviar la tensión del cuerpo y se dio cuenta de que se había inclinado débilmente hacia delante cuando se enderezó completamente.

—Claro —dijo despacio sin que en ningún momento su voz se mostrara vacilante e insegura—, hagámoslo —aceptó estrechando los ojos mientras veía como la sonrisa de Nathan perdía parte de burla—, pero no te saldrá barato.

Ni fácil.

—Tengo dinero —respondió con naturalidad el ruso sin dejar de mirarlo, posiblemente expectante, posiblemente preguntándose hasta donde podía estirar aquello sin que llegara a romperse—. Pon una cifra.

Y posiblemente esperaba que fuera desorbitante. Daba igual. Podía pagarla. Kevin podía leer esa satisfacción en su mirada, en la línea sardónica que curvaban sus labios. Despacio, inclinó la espalda hacia el rostro del ruso que ni siquiera trató de apartarse y rozó sus labios en su oído, aspirando el fresco aroma del champú que Nathan había usado aquella mañana en el baño.

—No me preocupa el dinero —dijo Kevin suavemente, susurrando en su oído—, pero me preocupa que inviertas un dinero en unos servicios que no estoy seguro vayan a ser de tu agrado.

La risa divertida de Nathan llegó musical a sus oídos.

—¿Tan poca fe tienes en las habilidades que has adquirido?

—No, en absoluto —respondió Kevin con seguridad, aún hablando en su oído—. Puedo asegurar que soy bastante bueno.

—Entonces estoy ahora más ansioso por probar esas habilidades.

—Lo que me preocupa es no estar a la altura de tu experiencia... —siguió Kevin notando al fin como se tensaba el cuerpo de Nathan—, o más bien, de no estar a la altura de todos los que te han estado follando hasta ahora, especialmente tu tío Alexander.

Violentamente las manos de Nathan se crisparon alrededor de su cuello, con fuerza, apretando con vehemencia y con una única intención. Kevin sin resistirse, pudo ver el brillo peligroso en su clara mirada, el odio que lo cegaba. No había ni rastro de su sonrisa ni de su expresión burlona, no había ningún indicio de la máscara que tan bien sabía llevar ese hombre y mostraba al mundo. Los dedos de Nathan se apretaron con más fuerza alrededor de su cuello y Kevin empezó a notar no sólo dolor, sino que la presión le dificultaba para respirar. Sin pensarlo, imaginando que aquello podría pasar cuando decidió seguirle el juego y provocarle, hundió los dedos en el costado izquierdo del ruso, posiblemente destrozando una herida a medio cicatrizar, arrancándole un leve gemido de dolor y obligándolo a disminuir la presión de sus dedos.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Where stories live. Discover now