Capitulo 38

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—Ah... —Tomas pasó la mirada de él a Nathan como si le resultase imposible salir de aquel estado de shock, dando un paso más hacia ellos y prácticamente dando un bote cuando se dio cuenta de que lo había hecho, deteniéndose una vez más y lanzándoles una mirada que si bien podía significar cualquier cosa, Kevin estaba seguro era de espanto—. Siento interrumpir.

Kevin miró unos instantes al incómodo hombre que de pronto no sabía donde meterse, pasando una mano por su calva mientras miraba la pared como si le resultase fascinante; luego suspiró, liberando suavemente la presión de sus dedos en el lazo de la corbata negra de Nathan, soltándolo finalmente mientras con la misma mano empujaba suavemente su cuerpo para apartarlo de él.

—Tomás —dijo con calma, ignorando la sonrisilla de Nathan que se limitó a dar un paso hacia atrás—. ¿No tenías que salir ya?

—Ah... —El hombre dejó de frotarse la calva, manteniendo la mano en su cabeza y evitando mirarle a la cara—. Habían llamado de L&J para que alguien subiera a recoger una bolsa de basura que alguien debió olvidar. Veo que tú también sigues en el edificio —sus ojillos se desviaron hacia la imponente figura del ruso a su espalda—, con un amigo... extranjero. ¿Qué estabais haciendo...?

Sí... Kevin enarcó una ceja pacientemente. Nathan era exactamente quien Tomás pensaba: el extranjero que había conseguido revolucionar a todas sus compañeras y a medio edificio ¿y qué hacían?

—Oh, perdona si no hemos sido lo suficientemente claros —habló Nathan con su habitual tono despreocupado cargado de sarcasmo—. Nos estábamos besando.

Kevin giró un segundo el cuello para lanzar una mirada de advertencia al ruso que se limitó a encogerse de hombros, sosteniéndole la mirada.

—Oh, Oh... claro —musitó Tomás una vez más sin mirarlo a la cara y Kevin suspiró—. No voy a decírselo a nadie, por supuesto...

—Gracias por eso —dijo Kevin con calma, convencido de que perder la compostura como lo había hecho hacía un momento en su lugar de trabajo no era lo más correcto—, pero no es algo que planee especialmente guardarlo en secreto. No me estoy escondiendo.

Ni planeaba hacerlo aunque tampoco había entrado en sus planes airearlo de esa manera en su lugar de trabajo. La homosexualidad, si bien ya no era un tema tan tabú, Kevin entendía que todavía había personas incapaces de que el mundo no girara de la misma manera que sus mentes cuadriculadas. No conocía tanto a Tomás como para poder encasillarlo en uno u otro grupo de personas pero tampoco le importaba demasiado aunque sí tendría que trabajar el tema de que Nathan apareciera a voluntad allí donde él estuviera y volviera toda su tranquilidad y autocontrol en puro caos. No iba a conseguir nada bueno que todo el edificio lo encontrara en una situación parecida y si Tomás no le preocupaba, prefería no saber qué ocurriría si en vez de un compañero de trabajo hubiera sido el encargado o alguno de los refinados y engreídos trabajadores de cualquiera de esas plantas. Estaba claro que posiblemente, aunque ya no se encontraba en su horario laboral, no iba a ser bien recibido ese tipo de actuación públicamente.

—No, claro, no —Tomás intentó sonreír nervioso—. Ah... debo irme. Mañana es el cumpleaños de mi hijo y mi esposa quería que llegara pronto a casa para...

Hizo una señal con la mano para indicar la puerta a un lado de donde se encontraban, a pocos pasos de distancia y Kevin solo giró un instante el cuello hacia ella, moviéndose de nuevo hacia el ascensor.

—Nos vemos mañana —se despidió Kevin pulsando el botón del ascensor para que las puertas se abrieran automáticamente y lanzó a Nathan una significativa mirada para que entrara primero, viendo como levantaba una mano con una resplandeciente sonrisa en dirección a Tomás que parecía cohibido ahora que la figura del ruso quedaba completamente a la vista.

Cuando habla el corazón 3 (chico x chico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora