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| Dedicación: vicveronica |

Capitulo catorce:

No cuenta como infierno si los demonios bailan por tu llegada.

✞

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WILL GIORDANO.

—La besó. —Jadeó Aleph, observando la pantalla con sus puños sumamente apretados. El hijo de puta tenía una fuerza inmensa y si seguía apretando...que Dios ampare la salud de sus manos.

—Él realmente la besó. —Le siguió Kerman, su ceño fruncido y la fina línea en la que se volvieron sus labios haría retroceder a cualquiera. Sus pómulos se colorearon y ahí supe que si no lo reteníamos ahora que podíamos, más tarde lo íbamos a lamentar muchísimo.

—Él realmente lo hizo. —El tercer jadeo salió de Ader. Una sonrisa decoraba su rostro y si no lo conociera, creería que estaba feliz del suceso. Pero es solo la advertencia de lo que se acercaba. Joder... Ader estaba a nada de tener uno de sus ya tan conocidos...episodios de euforia. Y si no se medicaba, si no lograba salirse, quizás ese tal Trevor no sobreviva a la furia de los hermanos.

—... —Y luego, el silencio que asustaba un millón de veces más que los jadeos de los otros tres juntos. El silencio de Abel Riox. No profirió un sonido, no hubo algún gesto, ni una sola variación en su máscara fría. Ni siquiera podía decir que sabía lo que estaba a punto de pasar, y es que nadie podía predecir lo que Abel pensaba, lo que siquiera estaba a punto de hacer. Nadie a excepción de...Phoenix.

Yo no tenía por qué enojarme, por qué sentirme aliviado, ni siquiera debería sentir en esta situación. Pero aquí estaba, que si me proponían bombardear al cojonero tipo este, aceptaría hasta con los ojos cerrados. Y sabía a ciencia cierta que no era el único.

Lo confirmé cuando escuché el seguro de una pistola al cargarse y como Kerman se alejaba de la pantalla mientras el arma permanecía en su mano. Ahí, solo ahí, me obligué a actuar.

—Ey, ey ey... ¿Qué piensas hacer? —Me aventuré a ponérmele en frente, bloqueándole el camino a la salida. Ahora mismo estaba cuestionando si realmente quería seguir con vida, porque me tiré a mi mismo a una misión suicida.

—Aléjate de la maldita puerta, Will, o no respondo por mis acciones. —Gruñó. Su voz sonó como si fuera sacada de lo mas recóndito del infierno y si no fuera quien fuera, hace rato que estuviera corriendo por mi vida.

Saqué mi arma de igual manera, y le quité el seguro. —Que tú por esa maldita puerta no sales, Kerman. Y mucho menos solo. —Le apunté al hombro sin titubear.

Joder, que maldito error...

Sabía que todos estábamos armados porque esperábamos que los enemigos de mi padre se mostraran, pero mi mente jodida lo olvidó por un segundo. Solo lo recordé cuando sentí dos cañones diferentes apuntándome en la cabeza, uno del lado izquierdo, otro del lado derecho.

Phoenix. © [DL #2]Where stories live. Discover now