Las fiestas, la ropa, los chicos, la fama, el dinero, la posición social y todos los demás placeres de los que puedo gozar. A mis cortos 16 años he vivido muchas cosas, nada malas por suerte. Padres millonarios y viviendo la vida que me merezco. Me...
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Me voltee para quedar frente a él. Él rozó su mano con mi rostro y unió sus labios con los míos en un beso dulce, delicado, tierno y hasta sentía que estaba lleno de amor... Pero no por mi parte. Justo pasaba un mesero, yo tome dos copas, le extendí una a Ruggero y yo me tome la otra. Se notaba que nunca había bebido por la expresión de asco que hizo al tomársela, seguimos bailando y tomando. Luego de unos tragos Ruggero llegó al estado de ebriedad, no al punto de caerse ni perder el conocimiento, sino al decir todas las verdades, yo por tener más experiencia tenía más resistencia con el alcohol.
Karol: Ruggero... ¿En serio me quieres?
Ruggero: Si —sonrió, mi cara se mantenía inexpresiva.
Karol: ¿Aunque sea una niña mal?
Ruggero: Creo que si no lo fueras no me gustarías tanto.
Karol: Tú sabes que una cosa es gustar y otra... Querer.
Ruggero: Yo siento ambas por tí... Sino no me hubiera entregado a tí —me dió un beso en la mejilla. Esto no era el típico caso de la chica ingenua con el chico malo, sino al revés—. ¿Tú me quieres?
Karol: No ha terminado el día.
Ruggero: Óyeme, que rica está esta mierda.
Karol: Dijiste una mala palabra —dí una carcajada—. Me llevaré todo el crédito por esto.
Ruggero: Mi madre diría que eres una mala influencia, pero nunca creería posible que yo me deje influenciar por tí.
Karol: No ha nacido quien pueda contra mí, Pasquarelli. Vamos a seguir bailando para que aguantes más alcohol.
Ruggero: ¿A qué hora vomito?
Karol: En un par de horas, aún estás entero.
Ruggero: Oye, ¿tú no te drogas?
Karol: ¿Bromeas? Eso sólo es para desesperados. Si me drogo pierdo el conocimiento y alguien se puede aprovechar de mí... Y aquí la única que puede aprovecharse soy yo.
Ruggero: Bestia super dotada.
Karol: Angelito descarriado, vamos por más vodka.
Nos sentamos en una mesa y seguimos tomando.
Ruggero: Quiero comer.
Karol: Lo vomitarás todo al final.
Ruggero: No me importa.
Karol: Como quieras.
Ruggero: Pero no comida... —se acercó a mí—. Quiero comerte a tí.
Karol: Más tarde, muchachote. Dicen que es mega divertido hacerlo hasta los quesos.
Ruggero: ¿Cómo?
Karol: Es un dicho. Me refiero a que es rico cuando estás ebrio.
Ruggero: Si eso lo entendí. Pero dijiste “dicen” como si tú no lo has hecho.
