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Salí de la Oficina resguardada por varios escoltas y mi padre, mis maletas estaban en la entrada, junto con varios reporteros, cámaras y paparazzis

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Salí de la Oficina resguardada por varios escoltas y mi padre, mis maletas estaban en la entrada, junto con varios reporteros, cámaras y paparazzis.

Xxx: ¿Fue expulsada?

Xxx: ¿Es cierto que está embarazada?

Xxx: ¿Es verdad que asesinaste a una interna?

Xxx: ¿Volverás a tus andanzas?

Karol: Si a todo —reí.

Javier: Cállate y entra al auto.

Entré al auto y luego llegamos al aeropuerto, había más reporteros ahí, subí al jet privado de regreso, mi padre no me habló en todo el camino.

Al fin aterrizamos en mi hermosa y adorada ciudad. Entré a mi tan extrañada casa.

Javier: Vete si quieres, piérdete, emborráchate hasta caer en las calles, vive tu vida nocturna tan adorada, ya estás de regreso en tu amada Las Vegas, espero que estés orgullosa porque yo estoy muy decepcionado. No quiero verte por ahora, luego veré que hacer contigo, necesito pensar. Sólo desaparece —subió por las escaleras.

Karol: Siiiiii —corrí hacia afuera—. ¡¡Soy libre de nuevo!!

Subí a mi auto y recorrí toda Las Vegas.

Karol: Si hay algo que amo en este mundo es esta ciudad, nada ni nadie más.

Esa noche me preparé para salir, justo al estacionar mi auto en un club nocturno recibí una llamada.

Karol: ¿Hola?

Ruggero: Hola, princesa.

Karol: ¿Ruggero? ¿Qué pasa?

Ruggero: Quería saber como llegaste, aquí es muy tarde ya pero no me puedo dormir pensando en tí.

Karol: Estoy bien, pero... Mi papá me tiene vigilada y no puedo hablar por teléfono, mañana te marco, bye.

Ruggero: Buenas noches —colgué.

Karol: ¡A divertirse!

Baje del auto y festeje toda la noche mi libertad. Sólo me faltaba una parte de mí; Caro. Pero festejaría en su honor y pronto la sacaría de ese maldito internado.

Pasaban los días, Ruggero me llamaba diario, me tenía que tragar sus cursilerías para poder sacar a Caro del hoyo en el que estaba.

También debía decirle una que otra cosa bonita pero enmarañada entre groserías para que no sospechara de mí. Pasaron exactamente quince días, Ruggero siempre me llamaba a la misma hora. Su madre le había prohibido contactar conmigo si quería mantener su empleo, me llamaba todos los días a las dos de la mañana para él que eran las ocho de la noche para mí. Ése día decidí no salir pues quería hablar con él, no sé de que pero en serio quería hablar con él, ya me había acostumbrado a sus platicas, su voz, sus palabras. Me recosté en la cama y el teléfono sonó, tenía de foto de contacto la foto de Ruggero con las bailarinas encima, siempre me hacía reír verla cuando sonaba el teléfono.

Niña Mal Where stories live. Discover now