Las fiestas, la ropa, los chicos, la fama, el dinero, la posición social y todos los demás placeres de los que puedo gozar. A mis cortos 16 años he vivido muchas cosas, nada malas por suerte. Padres millonarios y viviendo la vida que me merezco. Me...
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Maratón 2/4
Karol: Primero me corto la lengua antes de decir acepto y me corto los brazos antes de firmar.
Javier: Arrancate lo que quieras pero tú con este cuidador no te quedas.
Karol: Mi mamá no me dejara hacerlo.
Javier: Ella está de viaje cuando regrese ya será tarde.
Karol: Sabes lo terca que soy aunque hagas lo que hagas no aceptare.
Javier: ¿Ni por él? —apuntó a Ruggero con un arma.
Caro: ¡¡¡Qué está haciendo!!!
Karol: ¿Qué estás haciendo? —dije aterrada.
Javier: La vida de él depende de tu respuesta. ¿Te casarás con Agustín?
Ruggero: No lo hagas —me miró.
Karol: No tengo opción.
Caro: Viejo loco —susurró.
Javier: Cállate que a ti también te cae.
Karol: ¡Estás loco! Papá, baja esa arma.
Javier: No dejare que mi hija arruine su vida, con Agustín cambiaste, no dejaré que vuelvas a caer en la perdición con este.
Karol: Yo no caí en perdición. Si era un desastre pero no sabes por todo lo que pasé en mi niñez mientras tú te la pasabas de viaje, gracias a Ruggero cambié. Con Agustín sólo fingiamos que me portaba bien porque él es igual que yo.
Javier: Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión y más vale que no me hagas perder el tiempo. Llévenselo.
Entraron unos tipos de seguridad y se llevaron a Ruggero.
Javier: Camina, no me hagas llevarte arrastras tambien.
Caminé fuera del edificio y subí a un auto repleto de seguridad con Carolina.
Karol: Gracias por esto.
Caro: Lo siento, no sabía que esto iba a pasar.
Subimos a un avión privado, Ruggero iba frente a mí. Sostenía su cabeza con su mano.
Karol: Perdóname por hacerte pasar esto.
Ruggero: No puede casarte con él si no es lo que quieres.
Karol: No puedo arriesgar tu vida.
Ruggero: ¿En serio crees que lo haga? —asentí—. Perdona, debí hablar con él primero.
Karol: No puedo creer que Agustín me haga esto.
Caro: Ni yo.
Bajamos del avión y ahí estaba Agustín en mi casa, sentado y se miraba mal.
