Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]

1-| Sudor, desodorante barato y Alana

—Y le dije, no es que no me gusten los chicos, no me gustas tu ¡Y se enojo!.

La voz de mi mejor amiga se escuchaba a través de mi teléfono, y yo apenas tenía ganas de levantarme de la cama. El primer día de clases era hoy y poco me entusiasmaba que este año terminará la secundaria, aún no sabía lo que quería estudiar en la universidad, ¡Ni siquiera sabía si iba a ir a la universidad!.

—Entonces viene su amigo y empieza a decirme cosas como...¿Me estás escuchando?.

No.

—Alana son las 8 de la mañana y hace un calor de la puta madre, estoy sudando como un camionero y por si fuera poco ¡Hoy empezamos las clases! No elegiste el mejor momento para contarme que pasó con Luka— le respondí deshaciendome de mi fina manta y sentandome en la cama.

Tomé mi celular, que descansaba en la almohada al lado de la mía, para ponerlo en frente de mi rostro y lograr ver por primera vez en el día a mi mejor amiga, y no está de más decir, la chica de la que llevo enamorada desde hace 3 años.

—¡¿Aún no estás lista?! ¡Kate, llegaras tarde!— me regañó mientras se terminaba de hacer una cola de caballo bien tirante, su cabello rubio brillaba con la luz del sol.

—¡Relajate mujer! Tengo todo calculado, tengo mi uniforme listo en mi escritorio y mi mochila también— mentí con una pequeña sonrisa, Alana poco me creyó.

—Si llegas tarde no podremos alcanzar a vernos, así que más te vale que levantes ese culo de la cama y comiences a arreglarte— volvió a tomar el teléfono entre sus manos— ¿Entendido?.

Alana tenía 16 (casi 17) años, lo que significaba que no va con ninguno de nuestro grupo, salvo con Kevin ya que tenían ambos química avanzada, y conmigo en matemáticas y artes visuales que estoy atrasada, pero de resto no se veía con ningúno. En el único momento que podiamos hablar era en la entrada y luego tal vez un poco en el almuerzo.

—Fuerte y claro mamá— respondí fingiendo emoción y llevando una mano a mi frente.

—Tengo que bajar a desayunar, nos vemos luego Kate— se despidió y sin esperar respuesta cortó la llamada, solté un fuerte bufido mientras me levanataba a la fuerza de la cama.

Odiaba los lunes.

Caminé hacia mi armario para buscar el uniforme que mamá me había planchado por la noche para que no estuviera caliente el día de hoy, los calores que hacían en la ciudad no eran normales.

Y ya de por si yo odiaba el calor, no entendía como habían personas que les gustaba ¿Les gustaba sudar y despertarse todo mojado? Es que en serio no lo entendía.

Para mí el verano no tenía nada bueno.

«Nos despertamos con el pie izquierdo, eh»