Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]

34-| Silencio conciencia!

-¡Las ví! Se estaban jodidamente besando en frente de mis narices- azoté la puerta de la alacena con fuerza.

Estaba molesta.

Enojada.

Furiosa.

Y Alex tenía que soportarme porque era el único que sabía sobre mis sentimientos hacia mi mejor amiga.

-Me parece imposible- negó con la cabeza, recostado con tranquilidad en la silla frente al mostrador.

Abrí el frasco dónde se suponía que debía haber canela para poder rellenarlo porque al parecer todo se quería agotar el día de hoy, como mi paciencia.

-No lo es. Se lo que ví- afirmé tirándole una corta y fulminante mirada, ni siquiera estaba molesta con él pero aún así lo parecía-Es...¡Yo la besé y ella simplemente se besa con Hanna como si nada! ¿Cómo...?¡Es una mierda!

Bien, no me había tomado para nada a la ligera ver a Mia y a Hanna besarse la noche anterior en frente de Chester's. En un estado de shock no se lo conté a Alex (y mucho menos a alguno de mis amigos, por supuesto) y hoy a penas había entrado por la puerta del mismo local había explotado.

Eran las 8 de la mañana de un sábado y Chester's estaba vacío porque ¡¿Quien iba a levantarse a las 8 de la mañana un sábado?! Una maldita chica dudosa de su orientación sexual quien no durmió en toda la noche y estaba buscando mantenerse enfocada en algo para no caer en la locura.

Gruñí con tanta fuerza que sentí mi garganta doler mientras cerraba el frasco y me daba vuelta.

-No sabes si para ella es nada- dijo a mis espaldas el de cabello azul.

-Bueno creo que es medio obvio cuando luego de besarme se fue a besar a Hanna, ¡Hanna quien hace poco se declaró lesbiana con nosotros!- voltee de inmediato, mi boca abierta en una perfecta O y mis manos moviéndose con rapidez para cubrir esta.

-¿Que?-- preguntó.

Gruñí cerrando los ojos con fuerza.

-¿Que?- volvió a preguntar.

-¡Soy una estúpida!- me quejé enterrando mi rostro con fuerza entre mis manos, apretando mis ojos con las yemas de mis dedos.

-¡¿Que?!.

-¡Por eso Mia estaba tan jodidamente feliz!- lo observé con los ojos bien abiertos, las piezas del rompe cabezas comenzaban a unirse y quise pegarme por haber sido tan tonta.

-¿Ustedes no lo están?- preguntó confundido, fruncí el ceño.

-¡Por supuesto que lo estamos, Alex!. ¿No te das cuenta? Esto viene pasando desde hace mucho tiempo- tomé el tarro de azúcar y me acerqué nuevamente al mostrador, patee el suelo con fuerza-¡Mierda! ¡¿Cómo es que no lo ví?!

-No tenías porque hacerlo- intentó calmarme.

Su tono tranquilo me hacía desesperarme cada vez más y más ¡¿Que no veía el problema?! Porque si era así se los haría ver, maldita sea, si que se los haría ver.