33-| Pero bueno, por suerte, hay salud

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—Shh, no hagas ruido— susurré sintiendo la fría brisa de la madrugada golpear mi cuerpo. Mia se carcajeó detrás de mí— Mia, nos van a descubrir.

—Lo siento— se disculpó llevando una mano a su boca para dejar que las risas dejarán de escucharse, las dos botellas en su mano tintinearon al chocar— Mierda.

—Damelas— extendí una mano.

—No sé dónde estás— contestó obvia, rodé los ojos y tomé yo misma entre la oscuridad las botellas en sus manos, las dejé arriba del techo y volví a aferrarme a la rama del árbol.

—Extiende tu mano— ordené y ella obedeció, tomé su antebrazo con fuerza y la empujé hacia mí con lentitud mientras ella tanteaba el terreno y pisaba el borde de la ventana.

—¡No me sueltes!— rogó con desesperación al no encontrar de dónde agarrarse con su mano libre.

—Estirate y toma el borde del techo, no está tan difícil— hice, yo misma, lo que le dije con mi mano libre y a ella no le quedó más opción que hacerme caso.

Su grito resonó por la calle durante un par de segundos al resbalar y casi caer. Rió con fuerza mientras yo la ayudaba a encontrar el borde, riéndome de su tontería también.

Yo sabía que parecía que estábamos drogadas en ese momento pero no era así, habíamos visto una película de chicas con problemas que se drogaban y dijimos ¿Por qué no fingir estarlo? Para reírnos de nuestra tontería un rato y fingir ser "adolescentes normales".

—Salta— me hizo caso y la ayudé a levantar una pierna para trabarla con el borde del techo, se quejó cuando al empujé y escuché sus risas silenciadas por sus manos, probablemente, al rodar por el techo plano de mi casa.

Me subí detrás de ella, dejando nuestros teléfonos en el suelo con una leve capa de tierra y un par de hojas secas que los árboles habían soltado, sentía mis dedos congelados por la helada que estaba cayendo.

—¿Cuál abrimos primero?— pregunté sentandome, apartando mechones de cabello suelto de mi rostro y tomando ambas botellas con algún tipo de alcohol dentro.

Mia también se sentó. Su piel se veía hermoso debajo de la luz de la luna, entre azul y palida, con su toqué amarillento por los faroles de la calle. Su cabello amarrado en una trenza hecha por mí y sus pupilas dilatas de la emoción.

—Aguarda, quiero ser yo cuando beba alcohol por segunda vez en mi vida. Quiero recordarlo— suspiró saliendo del juego entre pequeñas carcajadas y abanicó su rostro con sus manos— Ya.

Sonreí.

—¿Entonces?.

—Pues no importa mucho ¿No?— preguntó ladeando el rostro con confusión, admiré las etiquetas para tratar de averiguar qué contenía cada embase pero sin mis lentes la verdad es que no lograba ver nada.

Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]Where stories live. Discover now