39-| Poder respirar

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Creía que jamás había estado tan nerviosa en toda mi vida, pero a la vez jamás me había del todo libre en esta misma. Veía a mis amigos aplaudirme, sentía los brazos de Kev rodearme mientras me decía lo orgulloso que estaba de mí, a Francy besando mis mejillas como todo un padre meloso, a Hanna dándome su más sincero abrazo, a Mar que las lágrimas le caían por las mejillas, una chica que no conocía, pero que de todos modos limpié sus lágrimas y permití que me diera un corto abrazo.

No sabía de dónde era ni porque era como era, pero ya tendría tiempo para chismosear en otro momento.

Allí, me estaba cagando hasta las patas.

No ví a Alana luego de eso y por primera vez en años no quise saber dónde estaba, no tenía la necesidad de tenerla a mi lado, ya no la necesitaba.

Mis latidos no se aceleraban cuando pensaba en ella.

Jason y Olivia me abrazaron entre ambos y me sentí segura, ellos me habían ayudado muchísimo, en especial Olivia. Debía agradecerles en algún momento.

Finalmente me acerqué a la mesa de mis padres, creía que jamás había estado tan nerviosa en toda mi vida y, en parte, quizás avergonzada. ¿Por qué? Porque les había ocultado algo tan grande a ellos, las personas más importantes y a las que les confiaba mi vida entera, porque tenía miedo de que no me aceptaran.

Y seguía teniendo ese miedo. Jamás se iría, tal vez. O quizás si, pero realmente no lo creía. No era salir una vez del closet, era hacerlo constantemente; con familiares, con amigos, con nuevos amigos, etc. Y si bien, sabía que no debía hacerlo, no debía salir de algo que tal vez ni siquiera existía, era algo que yo creía debía hacer.

Ya le preguntaría a Alex.

Sin darme cuenta me encontraba frente a los ojos de mi madre. Me quedé sin aliento, nunca le había visto aquella mirada. Lloraba y me miraba con una mezcla de amor, preocupación y... aceptación, algo de orgullo quizás.

—Mamá...— murmuré y fue lo máximo que llegué a decir para luego romper en llanto.

Estaba llorando mucho últimamente, era liberador.

«Es mejor que encerrarse, Katie»

—Oh, mi amor— me rodeó con sus brazos y entendí porque Mia olfateaba a las personas, asociaba aromas con gente.

Mama olía a su crema de fragancia a verano, una que le robaba muy seguido porque me gustaba sentirla cerca, y entendí que estaba bien. No me harían daño mientras estuviera en sus brazos, finalmente me sentí respirar.

Me liberé.

—Esta bien, Kate, está bien— susurró en mi oído mientras acariciaba mi cabello con una mano, sollozaba y me aterró creer que la había decepcionado.

—Lamento decepcionarte— sollocé escondiendo mi rostro en su cabello, me estrechó con más fuerza y se separó de mi para mirarme a la cara.

—Dios, Kate. No me decepcionas, cariño— hizo el esfuerzo por sonreír pero no lo logró, una vez que mamá comenzaba a llorar ya nadie podía frenarla. Éramos iguales en ese sentido— Lo siento si te hice sentir como si no podías decírmelo.

La abracé con fuerza porque no quería que estuviera triste.

—No me molesta, hija. Si ese es tu mayor miedo te lo aclaro desde ya— volvió a separarse, tomó mi rostro entre sus manos y limpió mis lágrimas— Estoy muy orgullosa de tí.

Sonrió y pensé que tenía la sonrisa más hermosa del mundo.

No entendía porque estaba orgullosa de mí pero no lo pregunté, le sonreí para calmarla y a la vez porque me sentía feliz.

Mi madre se alejó y papá me abrazó con fuerza, sentí mis pies elevarse del suelo y reí cuando beso mi cuello, su barba de tres días me hacía cosquillas.

—Abejita— murmuró, volvió a dejarme en el suelo y cuando miré su rostro tenía lágrimas corriendo por sus mejilla, ¿De repente todos estábamos sensibles?.

—Papá, todo está bien— limpié las lágrimas de sus mejillas con mis pulgares, era un poco gracioso de hecho.

Creía que yo era la más sensible de toda mi familia, pero veía que mi padre me ganaba en ello. No me molestaba pero era raro, no era de esos tipos que se dejara ver triste y menos por nosotras, sus hijas.

—¿Esto era lo que te tenía tan mal?— sollozó y pareció que las lágrimas querían volver así que preferí evadir la pregunta, besarle la mejilla y pasar a saludar a mi hermana.

Me abrazó con fuerza y me levantó del suelo, sacudió mi cuerpo de lado a lado y me apretujo contra ella como si no quisiera soltarme. Siempre había tenido la sensación de que Alice quería protegerme del mundo exterior, y estaba intentando hacerlo ahora mismo.

—¿Por qué no me lo dijiste?— me preguntó, no era un reproche ni nada por el estilo, solo algo de confusión y preocupación— No tenías porque lidiar con todo tu sola, tonta.

—Lo se, lo se— contesté intentando alejarme, no me lo permitió— Ly-

—No puedo imaginarme lo mal que la estabas pasando tu sola, en serio eres una estúpida— me regañó pero terminó dejándome ir cuando mi madre la tomó del brazo.

La noche continúo con más canciones de parte de SourRock a pedido del público.

A mitad de la noche ví a Mia y a Hanna desaparecer, me inquietaba el hecho de que estuvieran solas principalmente porque sabía que habían tenido algo. Pero también confiaba en Mi, así que ignoré aquello y me concentre en mi guitarra.

Aparecían luego, ambas parecían algo decaídas pero Francy se encargó de animarlas, cómo siempre hacía, pronto estuvimos todos disfrutando plenamente de la fiesta.

Creía que nunca me había sentido tan libre en mi vida, era como si quisiera tatuarme la palabra "gay" en la frente e ir paseando por todo el mundo para que todos supieran que me gustaba un chica.

Seguía sin saber mi orientando sexual, pero algo me decía que podría ser bisexual.

Se acercaba más a mí, creía.

No iba a abrumarme por ello, no esa noche.

Bailamos con Mia, no nos volvimos a besar pero las cosas volvieron a ser como antes. Me tomaba de la muñeca, era tan espontánea cómo lo había sido siempre.

Y yo me sentía como antes, sin tantas preocupaciones o pensamientos de odio hacia mi persona.

Me sentí respirar y, Dios mío, se sentía tan bien.

[•♪•]

No voy a decir nada, estoy llorando.

Lágrimas de madre orgullosa 😭

Fin del maratón.

Nos leemos! 💜

Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora