36-| Bienvenidas a las viejas amigas!

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Mia

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Mia

Estaba confundida.

Estaba siendo besado por Hanna, con las luces apagadas en mi habitación, papá cocinando pizzas con bacon en el piso de abajo porque eran las favoritas de ella, estaba sentada sobre mi y sus suaves manos acariciaban mis costillas con suavidad.

Pero no sé sentía correcto.

Enredé mi mano en su cabello mientras pensaba en que había de malo. Sus labios sabían a ella lo cual me agradaba, me sentía cálida a su lado como siempre y ella me susurraba cosas lindas al oído cuando nos separabamos para tomar aire.

Sentía mis labios hinchados e irritados, quizá sería eso. Pero tampoco parecía ser eso.

Sentí una mirada en mi cien pero preferí ignorarla por el hecho de que no podía despejar mis pensamientos de porque no me sentía del todo tranquila.

Y, claro, ¿Cómo hacerlo?

Me había besado con Kate y se había sentido plenamente correcto, me había sonreído, me había reído, ella se había reído, habíamos actuado como tontas adolescentes durante toda la noche y despertamos abrazadas.

Sin embargo al día siguiente me besé con Hanna y me dejó un mal sabor de boca.

Quería creer que era porque hacía mucho tiempo que no bebía nada y quizás me daba el efecto tardío, pero claramente descarté esa idea porque era literalmente estúpido.

Supe cuál era el problema luego de entrar a Chester's y ser ignorada por Kate, lo cual no se sintió para nada bien. Pensé en porque me podría estar ignorando cuando la respuesta era obvia, la había traicionado, me había besado con ella y luego me vió besándome con Hanny fuera del local en el que ella estaba trabajando.

Pero, ¿Por qué me sentía mal? No éramos nada y no tenía porque ser raro, nos habíamos besado una vez ya y ella prefirió fingir que nada pasó, dijo que no quería que se repitiera y quería respetar su decisión pero luego sentí su aliento cerca de mi rostro y fue todo.

Creía que nunca había sentido algo tan mágico como aquel beso a la luz de la luna.

Pero a la vez tan incorrecto.

Ya no sabía si era por el hecho de que era con Kate, que básicamente estaba en una crisis gay de lo peor, o porque tenía algo con Hanna a lo cual había prometido ser totalmente fiel hasta el momento en que Katherine tuviera los ovarios para confesar lo que sentía por mi.

Si es que lo hacía.

Y tampoco creía que fuera algo de ovarios, estaba confundida, y lo comprendía...o bueno, no realmente. Se me hizo muy fácil decirle a papá que me gustaban las mujeres, que era lesbiana, porque papá siempre me dejó en claro que eso no era nada raro. Pero las cosas con la familia de Kate eran distintas.

No creía que fueran homofobicos, honestamente no lo hacía, pero por alguna razón Kate tenía miedo de ser lo que era. Porque no había sido estúpida, podía notar el miedo cada vez que comentaba que solo le gustaba Alana, no las chicas, solo ella porque era la excepción. Pero luego iba y me besaba de tal manera que no podía hacerme creer que yo no le gustara.

Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora