20-| Me comió la lengua un patético gato

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—No puedo no sentirme culpable si te sientes cómo si fueras a morir del cansancio y no puedes irte a descansar a casa

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—No puedo no sentirme culpable si te sientes cómo si fueras a morir del cansancio y no puedes irte a descansar a casa.

«Mierda Mia, sigue hablando»

Si...digo, ¿Qué?.

—No tendrías que haberme defendido, hubieses dejado que todo se quedará tal y como estaba y todo hubiera estado mucho mejor. Tu no estarías lastimada, ni castigada, ni limpiando sangre y carne falsa como lo estás haciendo ahora— volvió a quejarse.

—Si pero Karla no tendría su nariz rota— defendí yo, terminando de amarrar el pañuelo en mi cabeza.

Bufó cruzando sus piernas arriba del escenario, un espacio que yo había limpiado minutos antes que ella llegara con una tarta de manzana en manos.

Era lo único que había limpiado tras las indicaciones de el director, que se despidió de mi deseandome buena suerte porque la iba a necesitar.

«Para, Santiago del moro»

Fue lo mismo que le dije en su momento, me respondió con una mirada severa y un: «Katherine respeto, sigo siendo tu director no tu mejor amigo».

Claro pero cuando quiere que le lleve una de las exquisitas tartas de verduras de mamá si éramos mejores amigos, pff.

Si, antes solía pasar mucho tiempo en la oficina del director y no necesariamente porque era experta en meterme en problemas.

—No es divertido.

—Yo creo que sí lo es.

Era divertido llevarle la contra a Mia una vez que las cosas entre nosotras volvieron a estar bien. Levanté la mirada mientras me ponía los guantes naranjas, tenía las mejillas infladas y rojas de la irritación.

Me acerqué a ella con una sonrisa.

—No te molestes conmigo, ardillita— dije burlona colocándome en frente de ella, cruzó sus brazos sin cambiar de expresión— Admite que fue divertido ¡Oh, esa perra me rompió la nariz! ¡Oh, voy a morir desangrada! ¡Reth, amorcito, veo el final de túnel!.

Logré hacerla reír, dejando soltar todo el aire que tenía retenido y dejando caer los brazos a sus costados, aproveché para abrir sus piernas y meterme en medio de estas.

—¡Fue muy divertido!, admítelo— pellizqué su estómago con dos de mis dedos.

—No voy a admitir que lo fue porque no me lo pareció, Kate.

Suspiré, sabía que claramente para ella no había sido gracioso, estaban escribiendo cosas terribles en su casillero y la estaban molestando como siempre lo hacían, ella no había podido hacer nada porque no quería y no podía a la vez y yo había vuelto a hacer algo que a ella no le agradaba.

Preocuparme por ella.

—¿Viniste a regañarme?— bufé, suficiente había escuchado ayer.

Suspiró.

Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]Where stories live. Discover now