Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]

4-| Diosito, puedes llevarme por favor?

—Cuentame ¿Porque tanta prisa com llegar temprano al colegio Katherine?.

Oh oh, ella me dijo Katherine. Banda es hora de abortar misión.

—Ya te dije mamá, el director quiere hablar de algo conmigo— volví a mentir, por alguna razón no quería que supiera que le daría un recorrido a Mia.

Es que sabía que comenzaría a hacer preguntas muy detalladas y de forma muy exigentes. Por lo general no le solía hablar de casi nada mío por sus preguntas, jamás sabía cuándo debía parar. Y no es que me molestará, si no que me ponía nerviosa y cuando eso pasaba me volvía grosera o torpe.

Cualquiera de las dos era mala.

—Me estás mintiendo. Yo te parí, se todo de ti— me señaló sería, no era normal que sean las 7:30 y yo me haya despertado casi de inmediato.

—Mamá no es nada malo— me quejé terminando mi café, frunció el ceño y se acercó a mi, sabía porque desconfiaba y no me agradaba eso.

—¿Que te sucedió en la mejilla?— preguntó tomándome del mentón y obligandome a mirar hacia otro lado para que le dé mejor iluminación a mi golpe.

—Me caí de la cama de Alana- expliqué, me soltó.

—No te llevaré a la escuela si no me dices que sucede Kate, última advertencia.

A veces solía creer que mi mamá era algo infantil, nos había tenido a mi hermana y a mi a los 18 años y digamos que jamás logró "madurar" mucho, ni ella ni mi papá. Pero a la hora del chisme activaba su modo "madre" para saber todo de todo.

¿Mami como te explico ¡Que eso no es normal?!.

—Bien— bufé— Tengo que darle un recorrido por la escuela a una chica que entró este año.

Me miró de brazos cruzados, rostro serio y una ceja levantada, esperó unos segundos para luego explotar.

—¡¿Tanto lío para eso?!— gritó desilusionada, bufó mientras volvía a sentarse en la silla del comedor, como si hubiese esperado algo mejor— Creí que había alguien-

-¿Podemos irnos?- cambié de tema rápidamente.

El amor no era mi tema, no me gustaba hablar de eso y jamás lo había experimentado, así qué trataba de evadirlo a toda costa. Le tenía miedo por alguna razón.

Miedo a que me rompan el corazón, supongo.

—No vas a poder huir de mi, quiero más detalles.

—Eres una vieja con espíritu de adolescente— me quejé tomando mi mochila, caminando hacia la puerta con ella detrás.

—Y tu una falsa adolescente ¿Dónde están las drogas, los amoríos, el alcohol, las fiesta? Hija, esta es la única etapa dónde te voy a dejar hacer esas cosas, salvó drogarte válgame la rebundancia, sin siquiera castigarte.