14-| Pov: mi papá y su metida de pata

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La casa estaba fresca, al parecer mamá había aprovechado que ni Alice ni yo estábamos en casa para ventilar está, por lo general no lo hace con nosotras en casa porque nos molesta las corrientes de aire frías que pueden entrar, ya se, es tan moles...

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La casa estaba fresca, al parecer mamá había aprovechado que ni Alice ni yo estábamos en casa para ventilar está, por lo general no lo hace con nosotras en casa porque nos molesta las corrientes de aire frías que pueden entrar, ya se, es tan molesto tenernos como hijas, pero nacimos con las defensas bajas y a la mínima ola de frío que haga ya nos enfermamos.

Por eso papá estaba preocupado porque vaya a pileta, tenía miedo de que me enfermara.

Tomé la muñeca de Mia y abrí la puerta de la casa, el auto de papá ya estaba afuera así qué me encargué de advertirle a Mia el cuestionario que él iba a hacerle. Podía imaginarme su cara de susto con su tono amenazante, pobrecita.

—¡Katherine, al fin llegas! ¿Dónde estabas niña mal enseñada? ¿Sabés lo preocupada que estaba?— mamá se acercó a mi de inmediato en cuanto escuchó la puerta abrirse— ¡Te mando WhatsApp! ¡Te llamo! ¡Te hago señales de humo y ni así contestas! ¡Te voy a castigar la próxima vez que me hagas algo así pendeja de mierda!.

Cerré los ojos con fuerza, haciendo una mueca.

Mi padre es argentino pero en casa jamás lo hablamos porque hay varias cosas que no entiendes si no las dices siempre, pero hay veces qué a mamá se le pega el acento y le cuesta salirse de él.

Según ella papá se ve más sexy si habla argentino, no me miren así, no tengo idea.

—¡Marina!— papá se levantó del sofá para tranquilizar a mamá en cuanto vió a Mia a mi lado, la pobre no entendía nada— Tenemos una invitada.

Apoyó sus manos en el hombro de la pelinegra en frente de mi, quien aún con el ceño fruncido volteó la mirada, una sonrisa apareció en su rostro en cuanto notó de quién se trataba.

—¡Mia, tesoro!— dijo dulcemente, tomando sus mejillas con ambas manos y dejando un casto beso en su frente— ¿Cómo estás, linda?.

—Muy bien señora Miller, ¿Que tal está usted?— preguntó la castaña con una sonrisa, olvidando lo que acababa de escuchar.

—Bien cariño, ¿Por qué traes el pelo húmedo?.

—Le estaba enseñando a nadar mamá, y se nos fue el tiempo, por eso llegué tarde— respondí está vez yo, volvió su vista a mi, seria.

—Te la dejo pasar solo por hoy, pero la próxima no te salvas, ¿Me oíste?.

Asentí de inmediato, se dió vuelta y volvió a caminar hacia la cocina, aún con los brazos en jarra y con pisadas de toro.

Papá se acercó a mi, para darme un pequeño abrazo y dejar una gran cantidad de besos en mi rostro, no oyendo mis objeciones a todo su cariño. Lo amaba, pero a veces era tan tosco para demostrar su cariño que te provocaba apartarte de el.

«Ay que mala, es re tierno»

—Papi me vas a brotar— me quejé una vez más, sintiendo como sus principios de barba me raspaban las mejillas.

Léeme En Braille, Mia [LIBRO 1]Where stories live. Discover now