₍₁₅₎ affliction

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V I E R N E S
01 . 05 . 15


Jungkook se removió en su lugar, sintiéndose ligeramente incómodo. Sus párpados se presionaron con fuerza, tratando de aferrarse al sueño, pero su mente fue demasiado consciente de los suaves ronquidos que lo hicieron sonreír.

Sin embargo, el chico nunca abrió los ojos. Solo se giró hacia el mayor, soltando un gruñido somnoliento que pronto se convirtió en un bostezo largo y perezoso.

La mano de Taehyung fue lo primero que sintió, moviéndose lentamente por su cabello, casi con torpeza, como si el castaño lo hubiese hecho por tanto tiempo que, incluso dormido, su cuerpo reaccionaba por sí solo, repitiendo la acción.

El pelinegro volvió a sonreír, disfrutando lo íntimo del momento, lo suave, lo doméstico, y entonces se acomodó otro poco, durmiéndose con tanta facilidad que ni siquiera lo notó.

Algunos minutos más tarde, cuando de nuevo fue consciente de su entorno, al fin abrió los ojos, encontrándose de frente con el hombre que todavía respiraba lento, soltando unos ronquidos de vez en cuando.

La imagen fue tan hermosa que su corazón pegó un saltito, obstruyendo su garganta por dos o tres segundos.

«Mierda», amaba esa sensación de bienestar que lo embriagaba cada vez que estaba ahí, haciéndolo sentir tan cómodo, tan tranquilo, tan querido, tan feliz, tan... tan a gusto con una persona, tan enamorado.

Un suspiro escapó de su boca, largo, pausado y soñador, haciendo más ruido del necesario —o eso fue lo que pensó cuando Taehyung se removió, soltando un suave quejido—.

No pasó mucho tiempo antes de que pestañeara lentamente, casi con dificultad, intentando enfocar la vista en el pelinegro.

—¿Dormiste bien? —Kim arrastró las palabras en medio de una sonrisa, cerrando los ojos otra vez.

Los labios del menor se ensancharon al instante, haciendo que sus mejillas dolieran y se tiñeran de rosado.

—Fue la mejor siesta de mi vida. —Asintió, perdiéndose en la risita grave y pausada de su maestro.

Entonces ambos se miraron —realmente se miraron—, respirando con calma, en paz, como si ellos fueran lo único importante en ese momento, lo único que de verdad querían disfrutar.

Eso fue lo que Jungkook pensó cuando arrastró su mano hasta la nuca ajena, enderezándose lo suficiente para besar al mayor, lento, suave, cálido, enredando sus dedos en el pelo castaño.

Ya era costumbre que sus labios se movieran al mismo ritmo y que un suspiro los uniera apenas se alejaban, llenando el cuarto de tensión como si no bastara con las miradas que se daban, ojos fijos y penetrantes en el otro.

—El martes es feriado. —El pelinegro habló como si no tuviera su mano en el cuello ajeno, acariciando con lentitud.

—¿Por qué lo mencionas? —El castaño todavía lucía somnoliento cuando respondió, apoyando su cabeza en el respaldo del sofá.

—Porque no nos veremos en clases. —Parecía ofendido, aunque sonrió, acomodándose mejor en su lugar.

—¿Vas a extrañarme? —Taehyung bromeó, soltando una carcajada perezosa.

—Sabes que sí —reclamó, dejándose caer en su hombro—. Siempre te extraño, en realidad, pero ahora será mucho peor.

Un suspiro volvió a unirlos justo cuando sus manos se rozaron con timidez, buscando los dedos que entrelazaron al instante.

Romper y corromper﹔⁽ᵏᵗʰ ⁺ ʲʲᵏ⁾Where stories live. Discover now