₍₀₁₎ first day

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Toda buena historia cliché parte con el primer día de clases, ¿no? Con el grito de una madre preocupada o, en su defecto, con la odiosa alarma que dejaría sordo a cualquiera porque, ¡vamos!, el nuevo año escolar es lo que más nos importa, ¿no?

«Basura», eso habría dicho Jungkook, y es que su vida estaba lejos de ser el fabuloso cliché —y sí, él rodó los ojos al pensarlo— en donde todos los problemas se resuelven con la ayuda de los amigos y la familia.

Era tan ridículo.

—Más vale que te comportes, Jeongguk.

Porque en su mundo era normal que recibiera el cuarto sermón del día y al menos el séptimo de la semana, y eso que recién era martes.

Sí, estaba tan acostumbrado a esa dinámica que no necesitaba alzar la mirada para saber que su padre lo veía por el espejo retrovisor, ni tampoco tenía que responderle o resoplar para que el imbécil siguiera atacándolo.

—Que seamos los dueños del colegio no significa que puedas hacer lo que quieras. —El hombre habló un poco más alto, intentando llamar su atención—. ¿Dos profesores nuevos en menos de un año? ¡Deberías estar avergonzado! Y ni hablar de...

La risa de su hijo lo detuvo, aunque no le sorprendió.

Por el contrario, ambos sabían que Jungkook enfrentaría sus ojos como si nada, provocándolo con cada pestañeo que dio.

—Y lo dices como si yo los hubiera despedido, Sangguk¹. —Disfrutó el nombre como si no lo dijera cada día, quitando el seguro de la puerta.

Su padre fue más rápido que él, bloqueándola de nuevo.

—Sabes muy bien por qué se fue el profesor de música.

—Claro que lo sé, aunque dudo que recordemos lo mismo.

—Estoy harto de tus caprichos, Jeongguk. —El hombre se giró de cuerpo completo, uniendo las cejas en un gesto feo, casi aterrador—. Si haces una estupidez más...

—¿Qué? ¿Vas a despedirme? —respondió sin una pizca de miedo y en seguida soltó una carcajada escandalosa, exagerada, ideal para que el adulto se distrajera.

Solo así podría volver a quitar el pestillo, abriendo la puerta casi al mismo instante.

Incluso se dio el tiempo de saludar a unos profesores que pasaban por ahí, sonriéndoles tan ampliamente que su padre tuvo que imitarlo, presionando los puños sobre el volante.

Era tan fácil hacerlo callar.

—Bueno, papá, no te quito más tiempo. —Arrastró las palabras con falso cariño, incluso en el apodo, bajando un pie tras otro—. Supongo que tienes cosas más importantes que hacer, ¿no?

Y entonces simplemente cerró la puerta, girándose hacia el colegio como si buscara provocar a todos con su sonrisa. No solo era atractiva por sí misma, con esos dientes blancos y alineados, casi perfectos; sino que también desbordaba arrogancia, esa vibra de superioridad que su mirada solo reforzaba.

Era el rey del lugar.

Sin importar a quién le preguntaras, todos te habrían dicho que lo conocían. Muy pocos sabían cómo lucía o qué le gustaba hacer, pero sí que habían escuchado su nombre y tal vez lo habían repetido un par de veces, sumándole rumores al chico problema.

Romper las reglas era su especialidad, o al menos eso comentaban en los pasillos. No solo ignoraba a los profesores que lo corregían, sino que también les respondía, librándose de los castigos solo por ser hijo del director.

Romper y corromper﹔⁽ᵏᵗʰ ⁺ ʲʲᵏ⁾Where stories live. Discover now