Sentir por primera vez

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Para sorpresa de todos los profesores que aquel día les correspondía el salón 3-C, el Soyama más problemático se encontraba tranquilo y disperso. No hubo ninguna interrupción, no hubo ninguna respuesta a los comentarios mordaces que le dedicaban, apenas y tuvo un ligero cambio de expresión cuando le tocó el turno a la materia de historia, pero rápidamente la sonrisa que siempre aparecía junto al profesor Rengoku se apagó cuando sus miradas se encontraron.

Ni siquiera él sabía del todo qué era lo que le pasaba, solo despertó ese día y sintió como si sobrara en el mundo, como si realmente nadie lo necesitara. Era como si le hubieran quitado la venda de los ojos y de repente existiera en un mundo que giraba sin él. Vio a su maestro hacer su rutina, a su cuñada preocuparse por el desayuno de Hakuji y él simplemente viviendo para su esposa. Aunque estaba consciente de eso último desde hacía bastante tiempo.

- ¿Alguna pregunta? - inquirió el rubio, mirando con intensidad al pelirrosa, dándole la oportunidad para que fuera imprudente, pero este no la tomó. - Bien, continuemos con la clase.

Nuevamente la campana fue lo más relevante en su día, levantándose de un salto mientras tomaba sus cosas y se marchaba.

- ¡Espera, Soyama! - lo detuvo el profesor para sorpresa de todos. El mencionado apenas y se giró. - ¿Puedes acompañarme a la sala de profesores? Hay algo que...

- Después, Kyojuro. - respondió dando media vuelta, llamando aún más la atención de toda la clase.

Subió a la azotea, su nuevo lugar favorito, donde disfrutaba de la soledad mientras su mirada se perdía en la nada. La puerta se abrió de nuevo y preparó su mejor mirada de fastidio para correr a quien fuera que se atreviera a interrumpir su paz. Pero se llevó una desagradable sorpresa al ver que era Daki.

- Ah, estás aquí. - dijo ella, mientras se quitaba el saco.

- ¿Qué quieres? - preguntó a la defensiva.

- Fumar.

Akaza sintió como la chica se sentaba a su lado, y desvío la vista cuando notó que se estaba quitando la ropa, aunque al final la terminó mirando mal cuando le arrojó las prendas a él.

- ¿Qué? ¿No te parezco sexy? - le preguntó con un guiño mientras sacaba de su brasier un cigarro y un encendedor. - ¿O no te van las chicas?

- Nunca me ha interesado esas cosas. - respondió, dejando la ropa de Daki sobre su mochila.

- Ah, te van los chicos. - le dio la primera calada al cigarrillo. - ¿O solo los profesores?

- ¿Vienes a burlarte? - le gruñó Akaza.

- ¡NO! ¡Por eso eres un insufrible! Porque te comportas como un mamón cuando la gente solo quiere una charla tranquila.

- ¿Y por qué tendría una charla tranquila contigo?

La chica le sonrió divertida, soltando el humo tan lento como sus palabras, como el siseo de una serpiente.

- Porque entre demonios debemos hacer eso para no morir de soledad. - le respondió. - Solo nosotros podemos entendernos. - las palabras de la peliblanca le dieron escalofríos, haciéndolas aún más pesadas. - ¿No te parece que estoy en lo correcto? Piénsalo, la mayoría de la gente nos juzga con la mirada y se la pasa criticándonos por lo que hacemos, ¿pero acaso estaban ahí cuando los necesitábamos? Noup.

- No creo ser como tú.

- Ahí estás, mi niño orgulloso. - se burló ella. - Dime, ¿vas a venir a decirme que viviste en un lecho de rosas y cuna de oro? Si dices eso, no te creeré. ¿Por qué estarías peleando en las calles de ser así? Somos cachorros abandonados, acéptalo.

Rewrite the starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora