Un nuevo amanecer

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Despertó suavemente rodeado de un cálido abrazo y una suave respiración que le movía los más delgados de sus cabellos. Abrió los ojos sólo para encontrarse con el rostro dormido de Akaza; una vista que le calentó el corazón y lo hizo sonreír. Se acercó aún más a él de ser posible y llevó sus labios a su mejilla, muy cerca de su boca.

Cuando se alejó, el cuerpo de Akaza reaccionó buscando que no se fuera de su lado, incluso fue él quien inició el siguiente beso. Kyojuro respondió bastante emocionado.

— Perdón, ¿te desperté? — preguntó en un susurro.

— No. De hecho llevo despierto más tiempo que tú. — respondió abriendo los ojos de inmediato.

No había ni un asomo de cansancio o flojera que quedaba del sueño, por lo que decía la verdad. El omega decidió mirar directamente a ellos sólo por diversión, encontrando detalles que no había visto debido a que sus rostros nunca estuvieron tan cerca, contando, claro, que cerraban los ojos a la hora de besarse.

— Hay un poco de naranja. — comentó. — Aquí.

Entonces llevó su pulgar a la parte superior del párpado, acariciándolo con cuidado.

— ¿Sí? Creo que es la primera vez que lo mencionan. — murmuró, tomando la mano de Kyojuro y llevándola a sus labios.

— Así que no tienes el sueño pesado... — murmuró él rubio, retomando la anterior conversación.

— Creo. — respondió. — Hakuji y yo nos acostumbramos a no dormir demasiado y estar alertas, así que cualquier cosa nos despierta.

En un primer momento, lo que el omega pensó fue en lo difícil que debió haber sido la infancia de los hermanos Soyama. Él sólo conocía a grandes rasgos lo que había pasado, pero eso era suficiente para entender que no fue para nada sencillo. Después recordó todas esas noches que el pelirrosa se había quedado a dormir en su sala porque no había conseguido despertarlo, y entonces lo miró acusadoramente.

— ¡Te estabas haciendo el dormido!

Akaza frunció el ceño con confusión ante aquel comentario tan sorpresivo, pero poco a poco fue uniendo los cabos para entender el hilo de pensamiento del contrario. Sólo entonces sonrió burlón.

— Ups.

— ¡Eres un...!

Kyojuro se levantó, colocándose sobre el alfa, algo que claramente él estaba disfrutando, pero el sonido de pasos por el pasillo asustó al rubio. Sin dejar de estar sobre él, Kyojuro pegó su cuerpo al del menor y se intentó cubrir con el edredón del futón lo más rápido posible, ganándose una risa burlona de parte de Akaza.

— ¿Por qué te preocupas tanto?

— No debería estar aquí. — le recordó. — ¡¿Qué le diremos a tu padre si me descubre?! Nos va a matar.

— ¿Keizo? — preguntó incrédulo. — Nah, él estaba bastante feliz cuando nos encontró.

Hubo unos segundos de silencio en lo que el mayor asimilaba lo que el alfa le había dicho, de hecho no pareció entender a la primera, pues parpadeaba demasiado sin dejar de mirar al pelirrosa a los ojos. Cuando notó la sonrisa burlona de Akaza fue que entendió todo. Los colores se le subieron al rostro y tuvo muchas ganas de azotarle la cabeza contra el suelo por tomar el asunto con tanta ligereza.

— ¡Akaza!

— No te preocupes, de verdad. — respondió divertido. — Mi maestro no es para nada como tu padre, él está muy feliz con nosotros y no le importa que te quedes a dormir conmigo. — dijo jugando con el cabello rubio del omega para tranquilizarlo, sencillamente se había enamorado más al verlo despeinado. — De hecho, estaba bastante preocupado cuando notó que algo estaba mal entre nosotros, así que vernos dormir fue un alivio.

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