Tipos de amor

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Llevaban horas dando vueltas por el centro comercial sin llegar a una decisión convincente, algo que incluso estaba impacientando a los trabajadores de las tiendas que re-visitaban sin comprar nada. El rubio permanecía callado porque él solía ser igual a la hora de comprar regalos, pero consideraba que jamás había llegado a los extremos de su pareja. Tampoco podía enojarse porque ese puchero y concentración hacían ver al alfa malditamente tierno, y eran esos detalles tan pequeñitos los que lo enamoraban un poco cada día.

Todos podían ser testigos de un Akaza malhumorado y gruñón, pero muy pocos podían verlo haciendo una rabieta de frustración.

— Ehm... — empezó la dependienta. — ¿Ya tomó su decisión?

El pelirrosa arrugó el ceño, un gesto algo agresivo que intimidó a la joven, pero el alfa no hizo más que girarse al omega y señalar las dos prendas que tenía en las manos.

— ¿Estás seguro que una bufanda es buena idea? — le repitió por cuarta vez.

— ¡A mamá le gustará cualquier cosa que le compres, no te preocupes! — exclamó de buen humor.

TODOS estaban sorprendidos de que el omega pudiera mantener esa agradable forma de ser cuando lo habían visto dar vueltas, y vueltas, y vueltas...

— No estás ayudando, Kyojuro. — le reprochó.

El mayor inclinó un poco la cabeza, como si pensara en algo verdaderamente serio y profundo para darle una opinión sobre el regalo navideño de su madre, cuando en realidad sólo estaba observando ese brillo esperanzador en la mirada dorada de Akaza. La cosa era que, si el contrario tuviera más dinero, habrían resuelto ese problema de inmediato, pues lo que había querido comprar desde el principio era un pequeño set de caligrafía que no alcanzaba a costear. Le había sugerido que lo compraran entre los dos, pero sería Kyojuro quien inevitablemente tendría que poner más dinero, razón por la cual Akaza se negó rotundamente.

— Creo que la bufanda blanca podría ser una buena opción, aunque le daría algo de pena ensuciarla en sus clases de caligrafía.

— ¿Y una negra?

— No le agradan mucho los colores oscuros.

Akaza regresó su vista a las dos bufandas que tenía en sus manos; una blanca y otra roja. Podría comprar esa última, ¿pero acaso el color no era un poco fuerte? ¿Y si compraba la blanca pero no podía utilizarla? La indecisión lo hizo bajar las manos, como rindiéndose de nuevo a dejar las prendas donde las encontró.

— ¿Quieres ir a otra tienda?

— Ya las hemos visto todas. — comentó.

— ¿Por qué no se llevan las dos? — preguntó la mujer. Akaza estaba a punto de comentar que si pudiera ya lo hubiera hecho, pero ella volvió a hablar. — Bufandas y guantes están al 30% de descuento.

El pelirrosa abrió los ojos con emoción. Volvió a comprobar el precio de ambas, ahora con el descuento, y se dio cuenta que estaría agotando con todos sus ahorros pero podía comprarlas. Kyojuro supo su decisión incluso antes de que su ceño se relajara, haciéndolo sonreír. Le entregó ambas prendas a la señorita que amablemente los había acompañado las dos horas que habían estado ahí y caminaron hacia la caja.

— ¿Quisiera que las envolviera? — preguntó ella.

— Ah, pero...

— No se preocupe, es parte del servicio. — se apresuró a agregar. — Y lo haré con mucho cariño, debe ser alguien bastante importante para usted si es que se tomó su tiempo para elegir el mejor regalo.

El pelirrosa se sonrojó un poco. Algo que seguía sorprendiendo al omega era el enorme cariño que Akaza parecía tener por su mamá aún con el poco tiempo que tenían de conocerse; así como también la confianza con la que le pidió ayuda para conquistarlo, y los cercanos que eran gracias a eso. ¡Él ni siquiera sabía que hablaban regularmente! Lo notó cuando curioseo el celular de Akaza y encontró que su chat estaba lleno de imágenes y vídeos de animalitos que le hacían recordar a él. El último que le había mandado a su mamá era un mapache que comía tan desesperadamente que sumergió la cabeza en un plato de leche; y Akaza había tenido la osadía de poner: "Kyojuro en el desayuno de hoy."

Rewrite the starsWhere stories live. Discover now