Celo

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Ruka Rengoku mantenía su mirada fija en la pantalla del televisor, mientras tenía entre sus manos la izquierda de su marido, quien no había parado de gruñir con cada respiro que tomaba. La razón era porque ese "mocoso alfa bueno para nada" se había mantenido muy cerca de su hijo desde que había llegado. Cuando sintió a su marido tensarse fue que decidió desviar la vista a la pequeña salita contigua donde su hijo, y el alumno de este, se habían sentado a realizar un pequeño examen.

— Está muy cerca. — gruñó Shinjuro.

La pelinegra miró con ojos críticos la posición que mantenían Akaza y Kyojuro. Ambos estaban sentados uno junto al otro: el pelirrosa con su rostro oculto entre sus brazos, y estos sobre la mesa, golpeando de vez en cuando con su rodilla el muslo del omega, a quien no parecía importarle la forma que su alumno pasaba el tiempo mientras esperaba el resultado de su examen; el rubio tenía toda su atención en las respuestas de las hojas, sin parecer notar la cercanía del alfa, casi como si se estuviera cómodo de sentir sus brazos juntos y los suaves golpes sobre su muslo. A los ojos de la mujer, ambos estaban lo más cerca que podían en un día tan caluroso. 

— Está bien. — le respondió Ruka mientras regresaba su vista a la pantalla.

A su lado, Shinjuro gruñó aún más fuerte, demostrando su malestar.

— ¿No te estás tardando en calificar un solo examen? — preguntó en tono de reproche.

Ruka se volvió para mirar con desaprobación al patriarca de los Rengoku. Kyojuro se tensó ante el comentario luciendo un poco avergonzado mientras que Akaza apenas y levantó su cabeza para retar al otro alfa con silencio.

— Disculpa, padre. Ya casi termino. — murmuró.

Ruka soltó un suspiro que dejaba clara su desaprobación, haciendo que Shinjuro se tensara a su lado. Sin importar que su marido buscara llamar su atención para justificarse, la pelinegra se levantó de su lugar en la sala para acercarse a los menores.

— ¿Vas a necesitar a Akaza? — le preguntó a su hijo.

— Ah, no. Solo termino esto y... 

— No es un regaño. — lo interrumpió mientras colocaba su mano sobre su cabeza antes de centrar su atención en el pelirrosa. — ¿Podrías ayudarme con la comida?

El menor de los Soyama desvió su molesta mirada del alfa a la beta, con quien suavizó su actitud notablemente. Asintió y se levantó, siguiendo de cerca a la mujer. Un detalle que molestó notablemente a Shinjuro.

— ¿No te puede ayudar Senjuro? — preguntó.

— Senjuro salió con sus amigos, padre. — comentó Kyojuro, regresando su atención al examen.

— ¡Pues ya es muy tarde!

— Cariño, le dí permiso hasta las seis, apenas son las cuatro. — la voz de Ruka vino fuerte y clara desde la cocina.

De nuevo Shinjuro se cruzó de brazos y se escurrió molesto en el sillón. Verlo hacer berrinche era algo bastante divertido para la pelinegra, y aunque soltó una risa suave, pero lo bastante audible como para que el alfa se sonrojara, no podía negar que entendía los motivos de su marido. Y la razón estaba en ese joven alfa que cortaba verduras ante la atenta mirada de la beta. 

Visto de forma rápida no parecía más que estar teniendo un mal día con el calor del verano, pero por la reacción de su esposo y de su hijo mayor podía decir sin temor a equivocarse que estaba a punto de entrar en celo.

Lo que le dió el primer indicio de eso fue que Kyojuro, estando un poco preocupado por los casi treinta grados de ese día y la tardanza de su alumno, salió al patio a esperarlo. Pasaron algunos largos minutos, y justo cuando estaba por decirle que no llegaría, el rubio levantó el rostro, olfateó el aire y su semblante se iluminó antes de exclamar: "Ya está cerca. Iré por él.", desapareciendo tan rápido que no pudo detenerlo.

Rewrite the starsWhere stories live. Discover now