Tú eres para mí

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Salir con un profesor estricto no era para nada una buena idea. Primero porque no se contarían con los privilegios que se esperarían de una relación con un profesor; buenas notas, trato preferencial o quizá una que otra fantasía cumplida. En segunda, porque se debía tener extremo cuidado con los lugares, situaciones y hasta interacciones que se tenía para no meterse en problemas. En un todo, había más contras que pros. Aunque eso no parecía importarle a Akaza. Así como tampoco le importaba todo lo que estaba arriesgando esa mañana al arrinconar al profesor Rengoku contra su escritorio.

Había empezado como un beso lento y suave, que escaló cuando el pelirrosa llevó sus manos a las caderas del omega y este envolvió sus brazos en el cuello del contrario. Pésima idea. Kyojuro se dio cuenta muy tarde que le había quitado la correa al alfa.

— ¡Esp...! — intentó por cuarta vez.

Akaza, obviamente, no esperó. Volvió a atacar los labios del mayor con emoción y ansiedad, como si justo en ese momento quisiera desquitar todo lo que no había podido hacer en su celo debido a su olfato. ¡Pero no era el momento! Faltaban veinte minutos para el inicio de clases y ya era un milagro que no hubiera nadie en la sala.

Decidió morder su labio con fuerza nada más tuvo la oportunidad, pero el pelirrosa sólo soltó un ligero gruñido y una risita divertida antes de volver a besarlo. ¡¿Qué clase de reacción fue esa?!

— ¡YA! — le gritó en un susurro, alejándolo con fuerza.

— Uno más. — insistió.

Kyojuro frunció el ceño. No es que no quisiera, es que no se podía. Entonces decidió bajar el libido de su pareja de forma irreversible.

— ¿Ya hablaste con los demás profesores para los exámenes de recuperación o vas a volver a reprobar?

El efecto fue inmediato. Akaza se alejó de él, mirándolo con el ceño fruncido y la incredulidad en sus ojos.

— ¿Y esa pregunta qué?

— También recuerda que regresando a clases son las entrevistas con los tutores sobre el examen de orientación vocacional.

Aquello pareció enfadar al alfa, quien se alejó del profesor como si su tacto le quemara y lo miró con molestia.

— ¿No pudiste arruinar otro momento?

El comentario ofendió profundamente al rubio, quién se mostró indignado y miró acusadoramente al menor.

— ¡Perdón por no hacer que nos metiéramos en problemas! ¿Estás consciente de la estupidez que estábamos haciendo?

— ¿Estupidez? — repitió con incredulidad. — ¿Ahora esto es una estupidez?

— Claro, no me extraña que ni quiera te dieras cuenta de lo que estabas haciendo.

Akaza lo miró completamente enfadado. Se veía dispuesto a enfrentarse al rubio, pero la llegada de Giyuu a la habitación evitó cualquier movimiento o palabra por parte de alguno. El pelinegro los miró con curiosidad, no era sólo que el ambiente se viera y se sintiera tenso, sino que también se podía olfatear el enfado de ambos.

— ¿Todo bien?

El joven alfa tomó sus cosas y empujó al profesor de educación física para salir, algo que sólo hizo que el de ojos azules mirara con más curiosidad a su amigo. Kyojuro suspiró, acomodándose la ropa. Justo necesitaba a alguien con quien hablar.

Mientras tanto, el pelirrosa llegó hasta el salón y se dejó caer pesadamente en su asiento. Posó su vista fuera de la ventana sin preocupaciones por el sol, aprovechando que el cielo de finales otoño era mayormente nublado. La única ventaja que veía en llegar temprano era que podía tener unos momentos de soledad antes de que los demás llegaran y la escuela se volviera un verdadero suplicio. En silencio meditó todo lo que había pasado en la sala de profesores. Sabía que Kyojuro tocaría el tema tarde o temprano, pero no le gustó para nada que hubiera sido justo en ese momento. Por otra parte, también estaba el hecho de que entendía el riesgo que corrían al besarse en la sala de profesores aún cuando era temprano, pero se sentía tan feliz de poder estar unos momentos con Kyojuro que el escuchar que sus acciones fueron tildadas de "estúpidas" lo enfureció terriblemente.

Rewrite the starsWhere stories live. Discover now