Douma

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Ese día no hubo castigo, solo cuatro horas de historia. Seguía amando a Kyojuro con todo el dolor de su existencia, pero cuatro horas de su materia era demasiado. ¡Y eso que había llegado a las 12 a la escuela! Aparte de que se sentía incómodo desde que había despertado esa mañana.

— ¿Necesitas un descanso? — preguntó el profesor al ver lo frito que estaba el pelirrosa.

— No, estoy bien. — respondió, pero miraba la hoja de su cuaderno con molestia.

— Anda, ve a caminar o algo. Antes de que perfores tu cuaderno con la mirada.

Pero él no se movió. Mentiría si dijera que no había notado el cambio de actitud de Akaza, y que se moría de ganas por preguntar, pero si era una situación delicada entonces preferiría que fuera él quién lo dijera a incomodar.

— ¿Alguna vez has tenido un mal presentimiento?

La pregunta fue tan abrupta y sorpresiva que preocupó al rubio.

— Bueno, más o menos... a veces. — tartamudeo. — ¿Todo bien?

— No sé, hay algo que me incomoda. — murmuró arrugando la nariz. Entonces miró al profesor sin saber qué hacer. — Cuéntame algo.

Aunque la petición fue brusca y pareció una orden más que una petición, Kyojuro no se ofendió al respecto, sería regresar al inicio si se ofendía. Así que se recargó en su escritorio y lo pensó.

— No sé qué contarte.

— ¿Tu hermano tuvo clases de verano?

— ¡No! Senjuro es muy buen alumno, nunca dió problemas y dudo que los de ahora. — contó con emoción. — Está un poco triste porque no pudimos ir a la playa porque debo trabajar, pero... — entonces se interrumpió, pues parecía que estaba inconforme de pasar el tiempo con él, y aunque arruinó todos sus planes para las vacaciones, no es que le desagradara la idea. — ¡Ah, pero iré a verlo este fin de semana! La casa de mis padres está algo lejos de aquí, así que por lo mismo me tuve que mudar más cerca de la ciudad para trabajar.

— ¿De verdad? Eso es nuevo. — respondió él en voz baja, por como recargaba su rostro sobre la mejilla parecía haber olvidado por completo su mal presentimiento. — Perdona por alejarte de tu hermano.

— Iré a verlo este fin de semana, — repitió. — así que no te preocupes.

Akaza le sonrió con suavidad, sin perder ese interés en sus ojos. Era la primera vez que hablaban tranquilamente, sin sentirse incómodos, y tal parecía que el menor seguía mirándolo como si fuera lo más precioso que había visto en su vida. Kyojuro se sintió intimidado de nuevo ante esa mirada y lo que causaba en su omega ser mirado con tanta... devoción.

Tosió incómodo y se alejó del escritorio.

— Hace calor, ¿no es cierto? Iré a abrir la ventana. — murmuró para alejarse del pelirrosa.

A él le gustaba mucho el verano, era una época cálida y agradable. Así que se tomó unos momentos para sentir el sol en rostro y disfrutar del aire que venía del este. Bajó la vista un poco y encontró a las hermanas Kocho hablando juntas mientras salían de la escuela, seguramente en unos momentos se les uniría Shinazugawa.

Y de repente escuchó el fuerte sonido de una silla cayéndose.

Al girarse encontró a Akaza totalmente tenso, con los ojos desorbitados y la mandíbula apretada. Sus brazos estaban firmes y estirados sobre el escritorio.

— ¿Qué sucede? — preguntó.

— Lo siento... — murmuró, su mirada volviéndose cada vez más sombría. — debo irme.

Rewrite the starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora