Magia de Año Nuevo

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Akaza mantenía la cabeza gacha mientras miraba su celular con atención, notando que no había ningún mensaje nuevo. Kyojuro le había dicho que no podrían comunicarse mucho ese día, pero la soledad le estaba afectando tanto como a un conejo. Keizo, Koyuki y Hakuji lo notaban a la perfección, pero no sabían cómo abordar el tema sin recibir más de los acostumbrados monosílabos del pelirrosa. El mayor lo intentó con una conversación sobre la cena de Navidad que ellos tuvieron, Koyuki con el desayuno, y Hakuji... bueno, él aún no lo intentaba.

Su esposa le golpeó el brazo con el codo con, quizá, un poquito de fuerza.

— ¿Se pelearon? — el único problema es que Hakuji no solía tener filtros a la hora de expresarse.

— No. — respondió Akaza. — Pero arruiné el recalentado.

¡Pero bien que sabía dar en el blanco! A pesar de no llevarse bien, y de tener años peleados, los gemelos sabían a la perfección cómo comunicarse.

— ¿A qué te refieres? — preguntó Keizo, tomando el hilo de la conversación para lidiar mejor con las vagas respuestas de su hijo más latoso.

Con un puchero, el pelirrosa respondió:

— Es que... su papá estaba siendo un idiota y yo me sentía muy tranquilo como para pensar mejor mis palabras.

— Hijo, — lo llamó cariñosamente el hombre, interrumpiendo la insistente vista del menor de los Soyama hacia su celular al retirarlo de sus manos. — me hablas como si pudiera llenar tus vacíos. ¿Por qué no lo intentas de nuevo pero con más detalle?

Entonces comenzó su relato desde el inicio; cuando los escuchó hablar en el pasillo, el tenso desayuno, la disputa entre ambos alfas sin omitir ni un detalle de lo que se dijeron, y cómo es que su suegra había tomado la decisión de que Senjuro pasara unos días con su hermano antes de decidir si le daban permiso o debía regresar a su casa para Año Nuevo. Toda la familia escuchó con atención, teniendo cada quien su propio punto de vista, pero estando de acuerdo de que no era enteramente culpa de Akaza aquella situación.

— ¿Y cómo es tu culpa? — preguntó su hermano.

— Si no hubiera abierto mi bocota... — empezó.

— A como yo lo veo... — lo interrumpió su padre. — Las cosas no hubieran terminado bien de ninguna forma. Al menos tu cuñado puede tener unos días con su hermano mayor; de no haber molestado tanto a tu suegro seguramente estaría ahí con ellos, y eso sería más pesado para él.

— Pero podría seguir intentando convencerlo, ¿no?

— Quizá. — aceptó. — Pero esas decisiones se toman entre dos. La idea ya está ahí, tus comentarios crearon alguna clase de incomodidad en el señor Rengoku por una razón, y creo que no hay mejor persona para manejar esas inseguridades que tu suegra. Hay que darles un poco de tiempo.

— Pero...

— Oye, ¿te has dado cuenta que nadie ha dicho nada sobre la "sobre exageración" de tu suegro? 

— preguntó divertido Keizo, mirando hacia los pelinegros. — Me pregunto por qué será...

Los involucrados se sonrojaron ante la mirada crítica de su padre, haciendo que Akaza notara ese pequeño detalle que había pasado por alto. Él de inmediato se molesto por la actitud tan cerrada y, a su parecer, exagerada de Shinjuro, pero su hermano y su cuñada no dijeron nada al respecto. La primera en hablar fue Koyuki.

— B-bueno, es sólo que si es lo que él piensa...

— Pero sólo sería una salida con amigos. — siguió picando Keizo.

Rewrite the starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora