Día 4

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En Mildford High siempre hay algo de que hablar. Ninguna noticia se queda atrás, y los rumores corren más rápido que en ninguna otra escuela de Nueva York.Si pudiera contar la cantidad de dramas e historias alucinantes que han ocurrido en esta escuela, tardaría meses. Lo cierto, es que, en este lugar no existen los días aburridos.

Lana Marock es la gossip girl, pero no tiene miedo en revelar su identidad. Ella es la primera en enterarse de todo, lo que ha generado que la mitad de la escuela sienta un odio profundo hacia a ella por meterse en lo que no le incumbe. Nunca suelo hablar con Lana, pero estoy segura que ella sería la primera en difundir la noticia de hoy.

En la mañana los gemelos Turner pasaron por mí y por Lily. Dejamos a mi hermana pequeña en su edificio, para luego aparcar en el estacionamiento frente al nuestro. Una de las cosas de estudiar en una escuela para niños ricos: todos poseen un auto, y el estacionamiento está repleto a más no poder. Conservo la esperanza de que algún día pueda tener mi propio auto.

Reí al ver la trenza de pescado de Aaron, el hermano gemelo de Adam. Adoro la forma en la que innova con su cabello rubio, cada día me sorprende con sus ingeniosos estilos. Estoy segura de que Anne le da consejos de las últimas tendencias.

Turner me detuvo antes de cruzar el pasillo, colocándose frente a mí. Arqueé las cejas sin comprender.

—Tengo una idea.

—Te escucho.

—Crucemos el pasillo tomados de las manos.

— ¿Cómo en las películas?— pregunté emocionada. Ser el centro de atención no es algo que me agrade del todo, pero, la caminata por el pasillo suena tentadora. Adam me miró expectante.

—Vamos a darle a esos tontos algo de que hablar.

—Esa es mi chica.

No supe por qué, pero esa frase hizo que mi corazón diera un vuelco. Tal vez por lo cariñoso que sonaba, no lo sé, es tan extraño. Miré su mano frente a mí, la tomé. Volví a sentir lo mismo que la última vez, una corriente eléctrica a través de mi cuerpo, la calidez de su piel contra la mía, y la sensación de que no quería que me soltara jamás. Por un instante aquello me asustó.

Miré nuestras manos entrelazadas, aún me costaba creer que esto fuera real. Alcé la mirada en dirección a Turner, sus ojos verdes se encontraron con los míos, y guiñó un ojo activando su modo coqueto. Tiró de mí, y cruzamos el umbral de la puerta. En ese momento, sentí la mirada de cada uno de los estudiantes sobre nosotros. De lo que sea que estuvieran hablando antes ya no importaba. Somos el tema central de conversación por los pasillos.

La escena ocurrió en cámara lenta, como una película cliché adolescente, ¿Y para qué mentirles? Me encanta.

— Meg y Adam están juntos.

—No puede ser.

— ¡Ya era hora!

—¿Turner ya no está disponible?

—Quiero la suerte de Meg.

—Y yo quiero la suerte de Adam.

Miradas atónitas. Teléfonos celulares apuntando en nuestra dirección. Indignación por parte de las chicas, los chicos me veían más de lo normal. Murmullos por todas partes. Adam plantó un sonoro beso en mi mejilla, que lejos de incomodarme o parecerme demasiado, aquel gesto hizo que mis piernas se volvieran gelatina ¿Qué diablos está mal conmigo?

No hay dudas. Para este momento, todos ya lo sabían. Así funciona Mildford High. Y no negaré que esta es una forma interesante de comenzar la semana.

50 DíasWhere stories live. Discover now